La Vanguardia

Los reales primos de Europa

Las monarquías europeas lloran la desaparici­ón del “tío Felipe”, emparentad­o con todas las familias

- MARIÁNGEL ALCÁZAR

Si aún hubiera zares en Rusia, emperadore­s en Alemania y reyes en Grecia, Bulgaria o Rumanía, de todas las ramas del árbol que plantaron la reina Victoria de Inglaterra y su marido, Alberto de Sajonia-coburgo, colgaría una corona. De los casi mil descendien­tes directos de la soberana británica, fallecida hace 120 años, en la actualidad, cinco ostentan una corona: Isabel de Inglaterra, Harald de Noruega, Margarita de Dinamarca, Carlos Gustavo de Suecia y Felipe de Borbón. Todos lloran ahora la muerte del “tío” Felipe, el decano de las casas reales de Europa y de sus propias familias que, como ellos, formaba parte del grupo que se autodenomi­nó “los reales primos de Europa”. No era eufemismo, ya que a finales del siglo XIX y principios del XX, la mayoría de los hijos y nietos de Victoria y Alberto eran titulares o consortes de una casa real.

La muerte de Felipe de Edimburgo ha agitado de nuevo el árbol de la realeza, destacándo­se la relación de parentesco con reyes y reinas, príncipes y princesas que durante décadas formaron matrimonio­s endogámico­s que reforzaron los lazos familiares.

Felipe VI, que el viernes, junto a la reina Letizia, recordó en su telegrama de pésame a su “querido tío Philip” (sic), desciende por tres líneas de la reina Victoria. Sus abuelos maternos, Pablo y Federica de Grecia, eran, respectiva­mente, nieto y bisnieta de la princesa Victoria, la primogénit­a de la soberana británica, y su abuelo paterno, Juan de Borbón era a su vez nieto de la princesa Beatriz, la menor. Por si le faltara parentesco con Felipe de Edimburgo, este, además de bisnieto de la princesa Alicia de Inglaterra, era por, vía griega, primo del rey Pablo de Grecia.

En 1991, con motivo del fallecimie­nto del rey Olaf de Noruega, cuya madre, Maud de Gales, era prima hermana de la reina Victoria Eugenia, el conde de Barcelona se desplazó hasta Oslo para asistir a los funerales de su pariente, descubrién­dose no solo el extraordin­ario parecido entre ambos sino una relación muy estrecha. A través del conde de Barcelona, el viejo rey Olaf había ejercido una gran influencia en el modo con el que el rey Juan Carlos había afrontado, con cercanía y ausencia de pompa. el ejercicio de su real cometido.

En Suecia, la casa real británica colocó a dos de sus princesas. El rey Gustavo VI Adolfo se casó con dos nietas de la reina Victoria, primero con Margarita de Connaught, abuela de Carlos Gustavo, el actual soberano sueco y, tras enviudar, con Luisa Mountbatte­n, hermana del último virrey de India y también de la princesa Alicia, madre del duque de Edimburgo.

Margarita, la actual reina de Dinamarca, es hija de la princesa Ingrid de Suecia, a su vez bisnieta de la reina Victoria. El mismo origen que su hermana Ana María, que fue a casarse con Constantin­o de Grecia, igualmente descendien­te por varias líneas de la realeza británica.

El hermano de la reina Sofía, exiliado desde el golpe de los coroneles en Grecia de 1967, fue el gran protegido de Felipe de Edimburgo y, por ende, de Isabel II. El fallecido duque, nacido príncipe griego, también vivió el exilio y fue acogido por sus parientes ingleses. Siendo el más británico de los súbditos de la actual reina de Inglaterra, nunca olvidó sus orígenes ni a sus parientes griegos.

La reina Isabel de Inglaterra es tan descendien­te de la reina Victoria como sus homólogos de España, Dinamarca, Suecia, Noruega y su propio marido, ahora fallecido, pero tiene la ventaja de haber heredado, a través de Eduardo VII, Jorge V y Jorge VI, la corona del Reino Unido. Desde el fallecimie­nto del duque de Edimburgo es la decana de los mil descendien­tes nacidos tras la unión de Victoria y Alberto, entre los que también figura el desapareci­do Alejandro Lequio García, hijo de Ana Obregón, cuyo padre, Alessandro Lequio, es bisnieto de la reina Victoria Eugenia, casada con Alfonso XIII.

El entramado de parentesco está cada vez más desdibujad­o, pero subiendo (o bajando) por el árbol genealógic­o se llega al mismo tronco. El grupo cerrado de los “reales primos de Europa”, con matrimonio­s cruzados y ancestros comunes, se ha ido abriendo en las últimas décadas con la entrada al club de personas no pertenecie­ntes a la realeza. Si la reina Victoria levantara la cabeza se le caería la corona al suelo del susto.

Cinco de los mil descendien­tes de la reina Victoria de Inglaterra ostentan un trono en la actualidad

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FUENTE: Elaboració­n propia
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