El éxito amenaza a Ayuso

El PP necesita ajustar muy bien el voto del bloque conservador si no quiere ser víctima del sistema electoral madrileño

En la vida política hay dos operaciones de alto riesgo: convocar un referéndum y adelantar las elecciones. La historia está plagada de casos en que ambas consultas se han vuelto contra sus promotores. Como si las urnas las cargara el diablo con destino al infierno. Y en este sentido, la decisión de la presidenta madrileña de liquidar la legislatura y convocar elecciones anticipadas es un buen ejemplo de los riesgos que entraña la temeridad en política.

Aparentemente, todo va bien para la candidata popular: ha reducido a Ciudadanos prácticamente a cenizas y los sondeos indican que avanza a buen ritmo en la canibalización del voto de Vox. Es decir, podría darse el caso de que Isabel Díaz Ayuso aniquilara a los más directos competidores del PP y volviera a hacer realidad la unificación del centroderecha y la derecha que siempre reivindica José María Aznar como uno de sus principales logros.

El problema es que quizás le esté yendo demasiado bien a Ayuso, hasta el punto de que, al dejar a Vox y Cs fuera de la Asamblea madrileña, podría quedarse sin socios para gobernar. Por supuesto, se da por descontado que el grueso de los votos que antes cosechaban esos partidos en aparente extinción, ahora iría a las arcas del PP. Y no hay que olvidar que el techo electoral de la derecha en Madrid es generoso: supera el 52% de los sufragios, mientras que la izquierda no suele ir mucho más allá del 45%.

Ahora bien, con un sistema electoral como el madrileño, que deja fuera de la Cámara a todos los partidos que obtienen menos del 5% de los votos, las elecciones se convierten en una ruleta rusa que gira sin control en un escenario de dispersión y volatilidad del sufragio. De hecho, el mejor y más seguro resultado para Ayuso –aunque no necesariamente el más cómodo– sería aquel que permitiera el acceso a la Asamblea a los que han sido sus socios en la última legislatura.

Con Ciudadanos y Vox dentro de la Cámara, la mayoría de centroderecha y derecha estaría garantizada. Y lo mismo ocurriría si entrara solamente una de esas dos formaciones. Los riesgos aparecen si ambos socios quedan fuera de la Asamblea y los sufragios que pierden no son suficientes para que Ayuso obtenga por sí sola la mayoría absoluta. La mayor parte de las combinaciones favorecen al PP, pero algunas podrían ser electoralmente letales.

Para entenderlo, una simulación realizada a partir de la correlación de bloques en las elecciones generales brinda al menos cinco posibilidades para el 4-M, y dos de ellas podrían suponer un fracaso para Ayuso. Por ejemplo, si Cs y Vox retuvieran –pero dejaran sin representación– entre siete y ocho puntos del porcentaje total de votantes conservadores, entonces las posibles ganancias de la candidata popular no le permitirían alcanzar la mayoría absoluta. Es decir, con menos del 45% de los sufragios, Ayuso debería resignarse a firmar un empate con la izquierda, como el que auguraba el CIS.

Y lo peor podría ocurrir si Ayuso cosechara menos del 44% de los sufragios. Es poco probable, pero si tanto Cs como Vox retuvieran cada uno algo más del 4% de los votos, pero sin llegar al 5%, entonces el crecimiento del PP se vería limitado por debajo del listón que asegura la mayoría absoluta de la Cámara.

En cambio, si el hundimiento de Ciudadanos y de la ultraderecha alcanzase dimensiones abismales –con cosechas de entre un 2% o un 3% de las papeletas–, entonces la candidata popular podría ir más allá del 47% y asegurarse al menos 70 diputados. Pero, como recordó una vez su correligionario Mariano Rajoy, “los votantes no son de nadie”.

PROCESO DE CANIBALIZACIÓN Los sondeos indican que Ayuso se ha comido el grueso de Cs y podría hacer igual con Vox

LA MEJOR GARANTÍA

El PP tiene más seguro el dominio conservador si, al menos, uno de sus aliados sobrevive

EL RIESGO DE MORIR DE ÉXITO Una mayoría popular necesita más del 45% de los votos si deja fuera de la Cámara a sus socios