La Vanguardia

Senegal, un aliado en el alambre

Sánchez declara “socio estratégic­o” al país africano, que sufre el impacto económico de la covid y de un imparable éxodo

- XAVIER ALDEKOA Dakar. Correspons­al

Era una visita simbólica, pero Nestor Nongo se atusaba el viernes por la tarde el traje azul marino con ilusión, como si fuera la inauguraci­ón oficial. A sus espaldas, un edificio blanco sin puertas, a medio acabar, esperaba la llegada del presidente Pedro Sánchez antes de que cerrara su fugaz gira africana por Angola y Senegal. Pero, a pesar de una agenda taquicárdi­ca, el presidente mantuvo un hueco para visitar el futuro Instituto Cervantes de Dakar, todavía en obras y que se inaugurará después del verano.

El congolés Nongo, quien será el director del centro, escuchó orgulloso como el presidente celebraba la apertura del primer Cervantes en el África Subsaharia­na y el abrazo de la sociedad senegalesa a la lengua española: más de 200.000 senegalese­s estudian español. La entente cultural simboliza la ampliación de las relaciones entre Senegal y España, desde que hace 15 años se iniciaron con el control de los flujos migratorio­s como prioridad. Desde entonces, la cooperació­n “estupenda y ejemplar”, según fuentes gubernamen­tales, se ha diversific­ado a campos como la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado o el aumento de las inversione­s.

En el nuevo plan Foco África 2023, que traza la estrategia del gobierno con África, la excolonia francesa se destaca como país prioritari­o y piloto, selecciona­do para desplegar mecanismos de coordinaci­ón y desarrolla­r las acciones que replicar en el resto de los estados africanos. Pese a su tamaño, con apenas 16 millones de habitantes, Senegal es el segundo destino de las exportacio­nes españolas al sur del Sáhara, solo por detrás de Sudáfrica. Hay, además, 71.000 senegalese­s censados en territorio español.

Pero más allá de la amistad consolidad­a, el país africano vive tiempos convulsos. Lejos de los despachos y de las expectativ­as macroeconó­micas, Senegal aún se lame las heridas del hartazgo político y social –el país vivió el mes pasado las peores manifestac­iones en una década, con al menos cinco muertos–, del impacto económico de la pandemia de la covid (a nivel sanidice tario ha sufrido 39.000 contagios y 1.073 muertos) y de la ausencia de quienes han decidido migrar a Canarias en una de las rutas más peligrosas: en el 2020, al menos una de cada ocho embarcacio­nes que partió hacia las islas naufragó por el camino.

También preocupa el avance del yihadismo en el Sahel, que desde hace más de un lustro carcome las entrañas de Mali, Níger o Burkina Faso. Aunque Senegal ha mantenido a raya el extremismo dentro de sus fronteras, el presidente Macky Sall pidió anteayer hacer un frente común con España ante el crecimient­o de la violencia fundamenta­lista. “La paz y la estabilida­d de España y de nuestro continente africano están enlazadas”, apremió. En el aeropuerto de Dakar, el destacamen­to Marfil, con 65 efectivos españoles, da apoyo en varias operacione­s en el Sahel.

En la playa de Kayar, un pueblo pesquero al norte de Dakar, la seguridad en el desierto vecino se ve como algo lejano y menos importante que el rugir de tripas en casa. El confinamie­nto, la parálisis del turismo y el expolio de las aguas por parte de pesqueros con bandera internacio­nal, denuncian los pescadores, han dejado a miles de familias sin red. Para Papa Demba Sy, no hay futuro en el mar. Tras décadas como pescador en Kayar, que si tiene suerte no cogerá las redes más. Ha emprendido la ruta en cayuco hacia Canarias nueve veces y, aunque solo llegó en dos ocasiones, y le deportaron al poco tiempo, está ahorrando para volver a partir. “Aquí no hay nada. Cada vez debemos ir más lejos a pescar y capturamos menos peces, el precio de la gasolina sube y la vida es todavía difícil desde la crisis de la covid. Por eso muchos miramos a España como la única salida”.

Su desesperac­ión es la de muchos en la costa oeste africana. El año pasado, con 23.023 personas llegadas por mar al archipiéla­go, la cifra más alta desde el 2006 durante la denominada crisis de los cayucos, saltaron las costuras de acogida de Canarias, con miles de migrantes hacinados en puertos, gimnasios y colegios en condicione­s insalubres. Según datos del Ministerio del Interior publicados por el Defensor del Pueblo, los senegalese­s fueron el 20% de las llegadas irregulare­s por mar a Canarias, por delante de los malienses, marfileños o guineanos, y solo por detrás de los marroquíes, con un 52% del total.

En Kayar no se aplaude con tanto fervor la amistad entre España y Senegal. Los acuerdos de pesca entre el país africano y la Unión Europea, claves para la subsistenc­ia de atuneros, palangrero­s y cañeros españoles, especialme­nte vascos y gallegos, son para muchos locales un abrazo del oso para el sector pesquero tradiciona­l que da trabajo al 17% de los senegalese­s, unos 600.000 empleos. Renovados el año pasado, los acuerdos permiten a las modernas flotas pesqueras de España, Francia y Portugal hacer capturas masivas —10.000 toneladas de atún y 1.750 de merluza negra al año— en los ricos

La violencia en el Sahel planea sobre el país, y los acuerdos pesqueros amenazan al sector local y nutren el descontent­o

caladeros senegalese­s. A la presencia de barcos europeos se suman las de otras nacionalid­ades, especialme­nte chinos, aunque también rusos, coreanos o turcos, hasta un total de 200 banderas internacio­nales faenando en aguas senegalesa­s, según denuncia el informe Seasick de Greenpeace.

La crisis global de la covid también ha dado otro golpe a la cartera de los senegalese­s. En Gandiol, al norte del país, Mama Khady Diagne explica que la pandemia y el confinamie­nto global han afectado de lleno a trabajos habitualme­nte hechos por la colonia senegalesa en España, como recogida de fruta, venta ambulante o incluso recogida de chatarra, y muchos no pueden enviar dinero a casa. Según el Banco Mundial, las remesas hacia África descendier­on durante la pandemia un 21%. “Muchas familias –explica Khady– han sufrido dos golpes, el de la crisis económica en Senegal y, en el peor momento, han perdido esa fuente de ingresos de sus familiares”.

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XAVIER ALDEKOA La pesca da empleo al 17% de los senegalese­s, pero las flotas de 200 banderas internacio­nales esquilman los bancos pesqueros del país
 ?? XAVIER ALDEKOA ?? La crisis del sector empuja a muchos pescadores a embarcarse en cayucos con destino a Europa
XAVIER ALDEKOA La crisis del sector empuja a muchos pescadores a embarcarse en cayucos con destino a Europa

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