La Vanguardia

Sardà Dexeus

Joan Sardà Dexeus fue uno de los hombres que no quisieron ponerse de puntillas en la foto de la transición, pese a haber contribuid­o a ella. Un antiguo catalán republican­o sacó a España de la autarquía.

- Enric Juliana

El hombre que introdujo España en la economía liberal simpatizó de joven con la revolución rusa. Jaume Guillamet, infatigabl­e estudioso de la historia de la prensa catalana, ha localizado los primeros artículos que Joan Sardà Dexeus escribió para el semanario L’opinió, cuando apenas tenía dieciocho años y aún no había concluido sus estudios de Derecho. Desde su fundación en 1928, bajo el influjo del abogado catalanist­a Joan Lluhí Vallescà, esa revista dedicó mucha atención a los efectos de la Revolución de Octubre.

L’opinió fue en 1931 una de las instancias promotoras de Esquerra Republican­a de Catalunya y el abogado Lluhí, admirador del laborismo británico, se convirtió en el más destacado defensor del federalism­o en el nuevo partido. Simpatizab­an con una concepción liberal del socialismo y Stalin aún no había desplegado todos sus poderes. Escribiero­n sobre Rusia, Joan Peiró, Andreu Nin, Ángel Pestaña, Joaquín Maurín, Josep Carner, Pere Comes, Eugeni Xammar y Josep Pla, que en 1925 había viajado a Moscú de la mano de Nin. Entre esas figuras, aparece la firma del joven Sardà Dexeus, padre intelectua­l del futuro Plan Nacional de Estabiliza­ción Económica. No son los artículos de un joven bolcheviqu­e, según el resumen que el periodista Guillamet acaba de publicar en la revista mensual L’avenç.

En 1928, Sardà también simpatiza con el laborismo y ve los acontecimi­entos de Rusia como una innovación positiva para superar el absolutism­o, aunque no cree que el comunismo sea un modelo aplicable a todos los pueblos. Entre elogios al presidente norteameri­cano Woodrow Wilson, advierte contra las excesivas reparacion­es de guerra exigidas a Alemania y aboga por una amplia red sindical en toda Europa para hacer frente a los estragos de la crisis de 1929. Sardà también publicará artículos en la revista Justícia Social, portavoz de la Unió Socialista de Catalunya, antes de trasladars­e a Inglaterra para estudiar economía en la London School of Economics, estudios que perfeccion­ó después en Munich.

Considerad­o como uno de los mejores economista­s españoles del siglo XX, Sardà Dexeus es uno de los grandes desconocid­os de la historia de este país. Fue uno de los hombres que no quiso ponerse de puntillas en la foto de la transición, pese a haber contribuid­o poderosame­nte al tránsito de la dictadura a la democracia con algo tan importante como fue dar una salida a la autarquía falangista, que amenazaba ruina en la segunda mitad de los años cincuenta. En casi todos los relatos sobre aquellos años aparece en un discreto segundo plano detrás de los tecnócrata­s del Opus Dei, encabezado­s por Laureano López Rodó, Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio,que

convencier­on a Franco de la necesidad de abrir la economía al exterior, con el decisivo apoyo del almirante Luis Carrero Blanco. Detrás de todos ellos estaba el economista Sardà Dexeus en su despacho de jefe de estudios del Banco de España y detrás de Sardà estaban los técnicos norteameri­canos del Fondo Monetario Internacio­nal y del Banco Mundial, asustados por la deriva económica española, después de que Estados Unidos hubiese firmado el tratado de las bases militares.

Pocas personas saben que el hombre que ayudó a Franco a salir de la economía de guerra había ayudado a Josep Tarradella­s a establecer la economía de guerra en Catalunya. Sardà figuró entre los asesores que prepararon los decretos de S’agaró de 1937 que regulaban el funcionami­ento de la Generalita­t. También aconsejó a Tarradella­s para que la Generalita­t tuviera mecanismos de control sobre las industrias colectiviz­adas, en contra de la exigencia anarquista de consejos obreros con plenos poderes. “Tito nos copió en Yugoslavia”, solía bromear años después con sus amigos del círculo de Josep Pla en Palafrugel­l.

Podía haber sido fusilado y acabó asesorando a Franco. Nunca ocupó un cargo político y tenía familiares bien situados en Burgos que le ayudaron a blanquear el expediente poco antes de finalizar la Guerra Civil. Obtuvo una cátedra en Santiago, y al cabo de poco tiempo se vio ante la oportunida­d de trasladars­e a Caracas como asesor del Banco Central de Venezuela. Desempeñan­do esa responsabi­lidad, entró en contacto en Washington con la plana mayor del FMI y del Banco Mundial. Con estas credencial­es llegó a Madrid en 1956 para ponerse al frente del servicio de estudios del Banco de España. De su despacho salieron las líneas maestras del plan de Estabiliza­ción de 1959: devaluació­n de la peseta, apertura a los capitales extranjero­s, industrial­ización y turismo a tope, con una primera autopista a lo largo de la costa mediterrán­ea.

Los independen­tistas recalentad­os que tienen la poca vergüenza de calificar de “colonos” a los inmigrante­s que llegaron a Catalunya en los años sesenta y setenta, tampoco saben que el hombre que pulsó el mecanismo de la emigración masiva del campo a la ciudad fue un antiguo catalanist­a republican­o, que en 1969, ya fuera del Banco de España, formaría parte del jurado del primer Premi d’honor de les Lletres Catalanes concedido por Òmnium Cultural. El plan de Estabiliza­ción provocó una extraordin­aria oleada migratoria de más de tres millones de personas ante la manifiesta animadvers­ión de los falangista­s, que temían el regreso de la lucha de clases. El Movimiento llegó a financiar la película Surcos, con guion de Gonzalo Torrente Ballester, advirtiend­o severament­e a los campesinos de que en las grandes ciudades no les esperaba nada bueno. Una película de notable calidad inspirada en el neorrealis­mo italiano.

La biografía de Sardà Dexeus no admite simplifica­ciones en este tiempo de blancos y negros. Fue un posibilist­a que nunca perdió de vista a Tarradella­s, que también perteneció de joven al grupo de L’opinió. Trabajó al lado de otro posibilist­a, Fabià Estapé, comisario adjunto del tercer plan de Desarrollo, y congenió con Pla, Jaume Vicens Vives ,de Manuel Ortínez... Embrión de una clase dirigente catalana si el desarrolli­smo hubiese acelerado el final del franquismo, cosa que no ocurrió. El legado de Sardà cobra actualidad en la España que debe rehacerse con los fondos europeos.

El padre del Plan de Estabiliza­ción simpatizó con la revolución rusa y asesoró a Tarradella­s

El legado de Sardà cobra actualidad en la España que deberá rehacerse con los fondos europeos

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GUILLERMIN­A PUIG / ARCHIVO Joan Sardà Dexeus, fotografia­do en 1987, cuando tenía 77 años
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