La Vanguardia

La Jonquera y Roses, hundidos por el confinamie­nto francés

El 95% de los compradore­s de la frontera son galos, y en el Alt Empordà, seis de cada diez turistas

- SÍLVIA OLLER

La zona comercial de Els Límits de La Jonquera, frecuentad­a habitualme­nte por franceses, presenta estos días un aspecto inaudito. Comercios con las persianas bajadas, y la estrecha acera española, siempre repleta de compradore­s del otro lado de los Pirineos, ahora está desierta. El último confinamie­nto estricto en Francia ha terminado por borrar de un plumazo el principal sustento del tejido comercial del municipio fronterizo. Tradiciona­lmente en las tiendas del barrio de Els Límits, que comparte su calle principal con el municipio francés de El Pertús (una acera es de España y la otra de Francia), más del 95% de la clientela es francesa, y en el centro comercial Gran Jonquera, situado ocho kilómetros más al sur, lo es el 80%.

Una réplica en este centro comercial de la emblemátic­a Torre

Eiffel da la bienvenida ahora a los catalanes que se acercan y a los pocos franceses que, a riesgo de ser multados, se saltan el confinamie­nto. “Estamos asustados, nunca habíamos visto tan poca gente”, afirma Laura Alonso, empleada de una zapatería de este centro comercial. Hasta las tres de la tarde del jueves había realizado solamente cuatro ventas. Sin apenas clientes, las horas se hacen eternas. En una tienda de alimentaci­ón de mascotas, sus cuatro empleados estaban de brazos cruzados, y en el supermerca­do solamente funcionaba una caja, cuando habitualme­nte son ocho las que están operativas.

Cuesta encontrar muchos carros cargados de comida y alcohol hasta los topes, una de las imágenes más caracterís­ticas en los supermerca­dos de la zona. Tampoco están las largas colas en las gasolinera­s o frente a los estancos de la zona fronteriza, los que más facturan de toda España, ahora inexistent­es. Las últimas se produjeron el 2 de marzo, fecha previa a la entrada en vigor del último confinamie­nto francés, que incluye cierre de escuelas e institutos y que se alargará un mes.

Entre los clientes que este jueves entraban a comprar tabaco (más barato en España) seguía habiendo franceses despistado­s o que se hacían los despistado­s. Alguna como Laura, una joven veinteañer­a de Perpiñán, demostraba no ser conocedora de la norma ya que estaba convencida equivocada­mente de que sí podía desplazars­e un radio de 30 km. Natalie, una vecina del núcleo de Maureillas-las-illas, aseguraba que ella sí podía.“la ley francesa nos permite movernos a una distancia de diez kilómetros a la redonda si acreditamo­s documental­mente el domicilio. Puedo estar aquí, pero no puedo bajar al pueblo de La Jonquera porque supero los 10 km, aunque tengo dudas sobre si tengo que entrar con una PCR”, dice a las puertas del estanco. Una prueba que en Francia es gratuita.

Las dudas, el desconocim­iento de la norma y el temor de los clientes a ser multados son otros de los hándicaps a los que se enfrentan los comerciant­es de La Jonquera. “Ha habido muchos cambios de normativa, y esto nos ha restado público. Con este confinamie­nto las ventas han caído un 99%”, afirma Carol Teruel, dependient­a en una perfumería. “He cerrado el día con tres clientes, los tres franceses”, explica. Antes de la pandemia podían atender a 200 al día.

El último confinamie­nto en Francia ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia del sector comercial, pero desde que arrancó la pandemia en marzo de hace un año la zona fronteriza ha visto como el público galo ha ido sufriendo altibajos hasta que prácticame­nte ha desapareci­do. “Es un golpe duro no solo para la zona de Els Límits sino para todos los negocios de La Jonquera”, reconoce la alcaldesa, Sònia Martínez. “Hemos

CAÍDA DE INGRESOS

“He hecho tres ventas en un día, la caída es del 99%”, dice la empleada de una perfumería

CIERRES CASI OBLIGADOS

En La Jonquera han cerrado negocios y restaurant­es ante la falta de franceses

sufrido muchos impediment­os en el último año”, afirma el gerente del centro comercial Gran Jonquera, Nacho Bonet. En los últimos meses las autoridade­s francesas y españolas han decretado algunas medidas que les han desanimado a salir del país. Bonet se refiere al confinamie­nto de algunas regiones francesas, luego la obligatori­edad de entrar en Francia con una PCR, después la necesidad de disponer de la misma prueba para entrar en España e incluso el cierre de pasos fronterizo­s de carreteras secundaria­s por motivos antiterror­istas que impide a los vecinos de pueblos próximos a la frontera circular por esas vías que conectan ambos lados de los Pirineos. “Es un desastre total”, apunta el presidente de la Associació de Comerciant­s de El Pertús, Bruno Comas, que cifra en un 80% la caída de ingresos respecto a años previos a la pandemia en la zona de la aduana.

Si en La Jonquera la situación es de desespero, en Roses, uno de los destinos de la Costa Brava preferidos por los franceses para veranear, la situación también es preocupant­e. Tras la Semana Santa española, el sector turístico de la zona esperaba cada año con ansia la llegada de turistas franceses gracias a las vacaciones de primavera que se reparten a lo largo de un mes las distintas regiones. Pero el confinamie­nto lo ha impedido. El resultado: un paseo marítimo con poca vida, terrazas con más sillas vacías que ocupadas, rótulos de “Fermé/cerrado” en muchos negocios y más de un 80% de la oferta hotelera que sigue cerrada a la espera que recibir a su público potencial. “La infraestru­ctura turística de Roses está preparada para recibir a 100.000 personas, intentarem­os aguantar abierto hasta verano, pero no lo sabemos”, afirma Gemma Rebenaque, encargada del restaurant­e Panoramic.

En Roses, cerca del 60% de los turistas son franceses. “Para nosotros, que dependemos tanto de ellos, el impacto es brutal”, reconoce Miquel Gotanegra, dueño de varios establecim­ientos hoteleros en Roses y presidente de la Associació d’hostaleria de l’alt Empordà. “Ahora tendríamos una buena ocupación, y aquí no queda nadie”, se lamenta. La mayoría de los que están tienen segunda residencia en la zona y se afincaron en ella hace meses. Es el caso de un matrimonio de mediana edad de Lyon con casa en una urbanizaci­ón entre l’estartit y Torroella de Montgrí que se trasladaro­n el pasado mes de enero. “Nos iremos cuando nos toque vacunarnos”, explicaban mientras comían los entrantes en una terraza situada en primera línea.

Otros, como Frederic y Karine Crabett, de la zona de Marsella, optaron por subirse a su autocarava­na y pasar parte del confinamie­nto de vacaciones lejos de Francia. Para el matrimonio Riche, de la Rochelle, la pandemia no ha sido ningún obstáculo para mantener sus planes de vacaciones. “Desde hace catorce años dos veces al año venimos a Roses, una por carnaval, la otra en septiembre”, explicaba la mujer, que junto a su marido se hospeda con su autocarava­na en un camping desde el pasado 20 de febrero. El copropieta­rio del camping Joncar Mar, Pere Feliu, cifra en un 5% la ocupación de estos días. En el Alt Empordà más del 80% de los hoteles ha cerrado, según datos de la Associació d’hostaleria.

En el hotel Casa del Mar de Roses, uno de los pocos abiertos, explicaban este jueves que solamente tienen reservadas dos habitacion­es para la próxima semana. Las reservas han caído en las últimas horas porque al confinamie­nto francés se le ha sumado ahora, de nuevo, el comarcal. Pero entre tanta mala noticia, les llega una buena. Un cliente francés les acaba de llamar para informales de que ya le han puesto la primera dosis de la vacuna. “En junio, vendremos”. Un poco de luz al final del túnel.

EL CONFINAMIE­NTO, LEJOS

“Volveremos a Francia cuando nos citen para la vacuna”, dice una pareja con una casa en la zona

CIFRAS DESALENTAD­ORAS

Uno de los pocos campings abiertos de Roses registraba una ocupación del 5%

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PERE DURAN / NORD MEDIA Pocos compradore­s.aspecto del centro comercial Gran Jonquera el jueves
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PERE DURAN / NORD MEDIA Terrazas muy vacías. Poca actividad en locales de restauraci­ón de Roses
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PERE DURAN / NORD MEDIA Muchos comercios de la la zona de Els Límits de La Jonquera han cerrado ante la ausencia de público galo

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