Alternativas a la eutanasia
Un debate entre expertos pone de manifiesto todas las dudas e interrogantes de la nueva ley
La nuestra es una sociedad que en las últimas décadas ha vivido un fenómeno que se podría llamar de la ‘desculturización de la muerte’. Hemos perdido aquellos referentes, conocimientos, rituales que nos ayudaban a acompañar el final de vida y hacer el luto. Esta ‘desculturización’ implica un incremento de sufrimiento: al alejar la muerte de la sociedad y enviarla a las periferias estamos alejando a las personas y las familias que viven un proceso de final”. Estas palabras de Montserrat Esquerda, directora del Instituto Borja de Bioética-url, en un debate sobre la eutanasia, ponen de manifiesto la dificultad de un tema tabú como es la muerte.
En las jornadas organizadas por el Ateneu Universitari Sant Pacià (AUSP) y el Instituto Borja de Bioética-url del 24 y 25 de marzo, diferentes expertos reafirmaron la postura de la Iglesia católica contraria a la eutanasia y partidaria de una muerte digna y de cuidados paliativos.
Armand Puig, rector del AUSP, puso de manifiesto que la aprobación de la ley “ha sido un proceso muy rápido, seguramente demasiado rápido”; se refirió a los muchos matices que rodean la cuestión del final de la vida, y recordó que España es el sexto país de Europa que legaliza la eutanasia activa. “Muerte digna y eutanasia activa no son ni mucho menos conceptos idénticos”, dijo. En la misma línea, el filósofo y teólogo Francesc Torralba insistió en que es “una simplificación terrible asociar morir dignamente a la eutanasia. A mí, morir dignamente me evoca a morir sin sufrimiento (físico, psíquico, social o espiritual), y también con despedida, serenamente o reconciliado”.
Margarita Bofarull, presidenta del Instituto Borja de Bioética, dijo que “la muerte nos pone ante el sentido de la vida misma, no solo se trata de dar sentido a la muerte (que probablemente no tiene) sino de encontrar el sentido de la vida, y de una vida que es mortal”.
Según Bofarull, hay que abordar la vida y la muerte “desde la perspectiva comunitaria relacional (...); la aproximación a la vida y a la muerte tiene que ser solidaria, no solitaria”.
Para Esquerda, al final de la vida hay que hablar de muchas cosas, “no solo de hacer testamento y dejar arreglados los aspectos económicos”. Y defendió “una medicina que tenga como objetivo aliviar el dolor y el sufrimiento (...) El debate no es cuidados paliativos versus eutanasia, pero sí que los cuidados paliativos y el apoyo social (...) tendrían que estar exquisitamente garantizados”.
Joan Viñas, médico y exrector de la Universitat de Lleida, dijo que “acabar con la vida voluntariamente tiene unas repercusiones sociales y es un daño social”, pero también añadió que los médicos están obligados a respetar la voluntad del enfermo y no aplicar tratamientos que alargan innecesariamente la vida, y si hace falta “cambiando la orientación de la medicina de curativa a paliativa, y aplicar la sedación cuando no quede otra alternativa terapéutica”. La alternativa a la eutanasia, según él, es una sociedad que dé “garantía de atención hasta el fin, evitación del dolor, sedación paliativa y terminal cuando hagan falta, refuerzo y ampliación de los cuidados paliativos y geriatría. Joan Bertran, médico del hospital de Sant Rafael de Barcelona, apuntó que “una mayor competencia en cuidados paliativos disminuiría la petición de eutanasia”. Y la médica del hospital Arnau de Vilanova de Lleida Maria Nabal planteó algunas preguntas inquietantes: ¿quién puede establecer que un sufrimiento es insoportable?, ¿es libre quien sufre de manera insoportable?, ¿es posible un proceso deliberativo con quien tiene un sufrimiento insoportable?
Montserrat Esquerda: “El apoyo social y los cuidados paliativos tendrían que estar muy garantizados”