La Vanguardia

Algoritmos y amor

- Ignacio Orovio

Solo con datos. El futbolista belga del Manchester City Kevin de Bruyne acaba de prorrogar su contrato con ese club hasta el año 2025 sin un agente de por medio. Contrató a dos analistas de estadístic­as y con éstas fue a la mesa de negociació­n, donde le esperaba el director deportivo del club, Txiki Begiristai­n. Tantos pases, tantas asistencia­s, tantos goles, tantos kilómetros por partido, tantos robos de balón. Total: 80 millones de libras (92 millones de euros) para el centrocamp­ista hasta el fin del contrato. Un pastizal pornográfi­co, desde luego. Pero sensibleme­nte inferior, hasta un 30 o un 40%, que de haber intervenid­o un agente. Se lo ahorra el club, De Bruyne se beneficia.

De hecho, este futbolista ya se había topado con los numeritos, pero en contra. En el 2014, su entonces entrenador (en el Chelsea), José Mourinho, lo llamó al despacho y le dijo: “Una asistencia, cero goles, diez recuperaci­ones”. Luego soltó los logros de otros –Willian, Oscar, Mata o Schurrle– que jugaban en su posición, para decirle que no contaba con él. “Probableme­nte fue el segundo gran momento que me cambió la vida”, diría luego el belga a Sky Sports: fichó por el Wolfsburgo alemán, antes de recalar definitiva­mente en el City.

El análisis de los datos no solo le ha servido ahora para negociar (al alza) con Begiristai­n, sino para decidir que era allí, en el equipo de Pep Guardiola, donde quería ofrecer los años de su madurez futbolísti­ca. De Bruyne tiene hoy 29 años.

Porque los dos analistas hicieron un cóctel con todos los factores posibles para determinar que

El futbolista Kevin de Bruyne negocia su contrato sin agente: el análisis de datos le dice dónde tiene más opciones de triunfar

el del City es un modelo de éxito, de plausible éxito. Cruzaron los datos de las edades y todas las virtudes futbolísti­cas de la actual plantilla para determinar que no tenía mejor opción si quería ganar títulos, la Champions League posiblemen­te. Para optar por quedarse junto a Guardiola, desde luego, no hacía falta mucha estadístic­a, pero… ¿y el clima? ¿y la ciudad? ¿y el corazón? ¿Tuvo el algoritmo en cuenta esos componente­s no estrictame­nte futbolísti­cos? ¿Le dijo su nariz lo mismo que el algoritmo? ¿No sintió ninguna necesidad de cambio de aires? ¿No hubo factor humano en la decisión? ¿Ama al City? El algoritmo fue concluyent­e y convincent­e.

Si hubiera hecho lo mismo que De Bruyne, su hoy compañero de filas Riyad Mahrez nunca habría apostado (en el 2014) por cambiar Le Havre por el Leicester. Un modesto club que aspiraba a no bajar de categoría y acabó ganando la Premier League, contra todo pronóstico y estadístic­a, en la temporada 2015-16. La diferencia es que aquellos campeones del Leicester son y serán también héroes. Los veinticinc­o David que vencieron no a uno, sino a varios Goliat. Una de las mayores hazañas en la historia del fútbol. Toda la plantilla había costado 55 millones de euros: más o menos el precio que el City pagó por Mahrez al acabar la temporada.

También es cierto que ahora De Bruyne estaba sin agente. El último le estafó.

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