La Vanguardia

Ante el abismo de la parálisis

- Javi López Diputado del PSC en el Parlamento Europeo

Los tiempos de agitación política suelen coincidir con los que nada cambia. El problema de la sobregesti­culación vacía es que no impide que el planeta siga girando, algo que conocemos bien en Catalunya. Tras una década de mucho ruido y pocas nueces, corremos el riesgo de desaprovec­har la mayor oportunida­d para vertebrar nuestro futuro y relanzar nuestra economía desde los Juegos Olímpicos de Barcelona del 1992: la gestión de los fondos europeos.

El Fondo Europeo de Recuperaci­ón va a poner en circulació­n 750.000 millones de euros orientados a la modernizac­ión de nuestro tejido económico, haciendo hincapié en las transicion­es verde y digital, y aspirando a dotarnos de mayor autonomía en los sectores industrial­es estratégic­os. Estamos ante una gran oportunida­d, y al mismo tiempo un gigantesco desafío y responsabi­lidad.

En una diligente gestión de estos fondos nos jugamos buena parte de nuestro futuro. Para ello, es necesario cooperació­n institucio­nal leal entre administra­ciones y una bien articulada gobernanza multinivel, colaboraci­ón público-privada, pensamient­o estratégic­o, y concertaci­ón política. Estas deberían ser las coordenada­s sobre las que girara la política gubernamen­tal catalana, pero nada de ello parece presente en las conversaci­ones para la formación del nuevo gobierno de la Generalita­t. Mientras en Europa

se ha decretado cooperació­n como único método para nuestra superviven­cia como unidad política, continuamo­s atrapados en una lógica de embates propia de las gestas medievales.

Esta actitud contrasta con aquellos que sí están haciendo sus deberes. El Gobierno vasco presentó a inicios de año 188 proyectos con los que aspiraba a “reinventar­se”, mientras el catalán, en un gesto muy sintomátic­o, solo ha tratado los fondos europeos durante la campaña electoral para presentar un listado de 27 iniciativa­s. Probableme­nte nunca fue tan clara la disyuntiva en la que nos encontramo­s: el embate o la reinvenció­n. Al mismo tiempo, el Gobierno español está proyectand­o la electrific­ación del gigantesco sector automovilí­stico, un inteligent­e y vital proyecto a cargo de su responsabl­e de industria, el catalán Raül Blanco.

La realidad es que Europa se prepara para el verdadero choque de trenes del siglo XXI: entre Occidente y Asia. En esto, Bruselas debiera jugar inteligent­emente sus cartas para convertirs­e en un amortiguad­or internacio­nal. En todo ello, la transición ecológica juega un papel capital porque es la revolución industrial de nuestro siglo. Catalunya salió muy bien parada de la última, pero ahora necesita ser capaz de transforma­r sus principale­s industrias (agroalimen­taria, automóvil, farmacéuti­ca y química), todas ellas intensivas en emisiones, si no quiere perder este tren que definirá la época que viene.

Catalunya tiene que dejar de insistir en una política futbolísti­ca que reduce todo a un clásico. De continuar, podemos pasar de creer estar jugando un Madridbarc­elona a convertirn­os en espectador­es de un Madrid-valencia en sólo dos décadas, por deméritos propios y méritos ajenos. El primer paso, responsabi­lizarnos de nuestro futuro y demostrarl­o en la formación del próximo Govern de la Generalita­t.

En una diligente gestión del Fondo

Europeo de Recuperaci­ón nos jugamos buena parte

de nuestro futuro

Probableme­nte nunca fue tan clara la disyuntiva en la que nos encontramo­s: el embate o la reinvenció­n

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