INGLATERRA REABRE
Los ingleses pudieron ayer volver a sentarse en la terraza de un pub para tomarse una pinta de cerveza (como el de la imagen, en Londres), acudir al gimnasio o a la peluquería y salir de compras (algunos comercios fueron tomados al asalto). Boris Johnson pidió a los ciudadanos –la desescalada sigue ritmos diferentes en Escocia, Gales e Irlanda del Norte– que actúen con responsabilidad.
Nunca los pubs y restaurantes habían sido tan añorados, y nunca los ingleses habrían imaginado que la libertad, definida de tantas maneras a lo largo de la historia, consiste en realidad en el derecho en ir a comer o a tomarse una cerveza (aunque solo sea al aire libre), a las tiendas, al zoo o a la peluquería sin que el Gobierno se lo prohíba.
Por culpa de la pandemia y sus restricciones, durante los últimos tres meses y medio los ciudadanos de Gran Bretaña han podido imaginarse lo que era la vida en la Unión Soviética y la Europa del Este antes de la caída del muro de Berlín, sin apenas margen para el placer, sin boutiques en las que comprar ropa, con restaurantes solo en los hoteles y horarios muy estrictos, nada de bares, cafeterías o discotecas, todo estrictamente controlado por el Estado. Por eso ayer, en palabras del propio primer ministro Boris Johnson, fue celebrado como “el primer paso hacia la libertad”.
Todas las tiendas, que llevaban cerradas desde las Navidades, pudieron volver a abrir, aunque algunas se han quedado por el camino y hay infinidad de locales vacíos; las peluquerías se llenaron desde las nueve de la mañana, con clientes con aspecto de hombres de neandertal y mujeres rubias que durante el confinamiento se habían convertido en morenas; se reanudaron las clases para el carnet de conducir y los parques zoológicos volvieron a recibir visitantes, lo mismo que bibliotecas, gimnasios y centros comunitarios; y aunque los viajes de turismo al extranjero siguen prohibidos, los ingleses obtuvieron venia de su Gobierno para ir si quieren al País de Gales. No son las Seychelles, pero algo es algo.
“Mucha prudencia, que todo el mundo se comporte de manera responsable para que no haya que echar otra vez el candado”, advirtió Johnson, quien confesó que le habría gustado ir ayer al pub tanto como al que más, pero no pudo hacerlo por el duelo nacional decretado hasta el domingo que viene tras la muerte del duque Felipe de Edimburgo. Tras la reducción de las restricciones, podrá haber treinta invitados al funeral en Windsor.
Gracias al éxito de su campaña de vacunación, el promedio de casos de covid en Inglaterra es de diecinueve por cien mil habitantes, las nuevas incidencias diarias están en torno a las tres mil, ayer murieron trece personas en todo el Reino Unido, y en los hospitales quedan solo 2.800 pacientes. Johnson prometió que el 21 de junio acabarían todas las restricciones si las cosas evolucionaban bien, pero depende de la llegada o no de nuevas variantes, y de que las infecciones no se traduzcan en ingresos hospitalarios. Los viajes al extranjero van a ser bajo estricto control, con tests antes de entrar al país y una vez dentro (y cuarentenas en caso de tratarse de zonas de más riesgo).
VIAJES
Los ingleses reciben permiso para ir de vacaciones al País de Gales, un primer paso
HOSTELERÍA
La gente va en masa a comer y beber al aire libre, pero los locales pierden dinero
Pero aunque la ciudadanía se lanzó a los pubs y restaurantes como si nunca hubiera visto una caña de cerveza (y eso que hacía frío), y en algunas tiendas del centro había colas para entrar como si fuera Navidad o las rebajas, los propietarios de los establecimientos no están ni mucho menos tan entusiasmados. Muchos locales de restauración no tienen terrazas ni la posibilidad de poner mesas en la calle, y los comercios necesitan masas, no compradores de tres en tres y con mascarilla para mantener la distancia social. Libertad, sí, pero con cuentagotas.