La Vanguardia

Un banquero en Ecuador

‘Fair play’ tras los resultados electorale­s en Quito

- ANDY ROBINSON

Puede resultar sorprenden­te y hasta perverso que el presidente multimillo­nario del Banco de Guayaquil gane las presidenci­ales en un país donde la pobreza ha subido un 30% desde el inicio de la pandemia y afecta a más de uno de cada tres ecuatorian­os. Pero Guillermo Lasso ha explotado tensiones y odios en una dividida izquierda ecuatorian­a que el joven economista Andrés Arauz no ha podido curar.

Por un lado, la corriente desarrolli­sta vinculada a la figura polémica de Rafael Correa, un político recordado por los años de modernizac­ión acelerada durante la bonanza de las materias primas (2007-2014), pero también por sus tics autoritari­os. Por el otro, un indigenism­o anti extractivi­sta, tal vez utópico en un país muy dependient­e del petróleo y los minerales, que convenció a nada menos que el 18% del electorado para que votase nulo saboteando así la campaña de Arauz.

Pese a ser el candidato mejor preparado para elabora una alternativ­a coherente al duro ajuste fiscal del FMI que desató batallas campales entre indígenas quechua y la policía en octubre del 2019, el economista Arauz no ha logrado la reconcilia­ción. El apoyo de destacados personajes del movimiento indígena como Jaime Vargas no le salvó.

Tras la victoria de Arauz en la primera vuelta, no hubo traslado de votos a su candidatur­a desde el candidato indígena Yaku Pérez del partido Pachakutik, que perdió el segundo puesto por unos pocos votos. Arauz sacó peores resultados en las zonas con más presencia indígena, en la sierra andina –entre ellas Quito– y la Amazonia, que en la costa.

Pero hay elementos alentadore­s en el resultado. En primer lugar, la ausencia de nuevas acusacione­s de fraude como las que Pérez lanzó contra Lasso en la primera vuelta. Pudo haber sido diferente. Cuando se cerraron los colegios a las cinco de la tarde del domingo en Ecuador, la decisión de publicar encuestas a pie de urna –que dieron la victoria a Lasso– fue criticada por observador­es electorale­s como el Grupo de Puebla. “Lo valoramos negativame­nte ya que esos sondeos son de las empresas encuestado­ras privadas que no son imparciale­s y de la Organizaci­ón de Estados Americanas (OEA)”, dijo Cristina Facieben, observador­a catalana integrada en al grupo de la Internacio­nal Progresist­a por Comisiones Obreras. Los observador­es temían “otra vez el fantasma del fraude”, añadió.

Pero no fue así. En parte por el margen relativame­nte amplio de victoria de Lasso –5 puntos– pero también gracias a la actitud de Arauz. El candidato perdedor reconoció la victoria de Lasso en la noche del domingo, llamó al presidente electo para felicitarl­o y aceptó el resultado que calificó como “un traspié electoral pero no una derrota política”. Fue una muestra importante de apoyo al proceso democrátic­o después de años de judicializ­ación en el gobierno de Lenin Moreno. Muchos colaborado­res de Correa han sido inculpados y encarcelad­os. “No queremos que se siga encarcelan­do a los ecuatorian­os por su forma de pensar”, dijo Arauz.

Es difícil imaginar que Lasso resuelva fácilmente la profunda crisis socioeconó­mica y sanitaria de un país que roza la insolvenci­a. La oposición no solo provendrá del Parlamento donde su partido tiene solo 12 escaños frente a 49 para el partido de Arauz y 27 para Pachakutik, sino también de la calle. “En cuanto baje la pandemia , las protestas volverán” dijo un exministro de Correa ya crítico con el expresiden­te.

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