La Vanguardia

La primera sonrisa espacial

Rusia celebra el 60.º aniversari­o del vuelo de Yuri Gagarin, el primer astronauta de la historia

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Quién es la estrella que más calienta en la galaxia rusa? No se pierdan en órbitas históricas y políticas. Por delante de Stalin y de Putin, el ruso más influyente del último siglo es Yuri Gagarin, según la la revista Forbes en ruso. Esa fama la consiguió el 12 de abril de 1961, cuando hace 60 años se convirtió en el primer ser humano en surcar el espacio, una hazaña que Rusia celebró ayer por todo lo alto.

El vuelo de Gagarin, que tenía 27 años, comenzó en el cosmódromo de Baikonur (entonces en la URSS). Antes de despegar pronunció una de las frases que ha quedado para la historia: “Poéjali!” (“¡vamos!”). El viaje fue corto, 108 minutos, y completó una vuelta a la Tierra. Pero supo a victoria en plena guerra fría. Hoy ese sabor no ha cambiado. El 12 de abril, día de la Cosmonáuti­ca, siempre es fiesta en Rusia. Todos los años los escolares recuerdan al primer astronauta de la historia y se celebran homenajes en los monumentos y museos del país.

Ayer, además, era una fecha redonda. Las television­es abrieron los telediario­s recordando la efeméride, o conectando con la ciudad que hoy lleva su nombre, y de la que depende el pueblo donde nació, Klúshino, en 1934. La ciudad, de apenas 30.000 habitantes en el óblast de Smolensk, ha renovado la estación de tren con un mural sobre su héroe local, deseosa de que su museo del espacio y la casa de los Gagarin atraigan turismo desde Moscú, 180 kilómetros al este.

“El vuelo de Gagarin se recuerda y honra no solo en Rusia, sino en todo el mundo, porque fue un gran avance de la humanidad en la ciencia”, dijo ayer Serguéi Nevérov, diputado por Smolensk.

Hijo de un carpintero y una granjera, el joven Yuri se formó como obrero metalúrgic­o antes de hacerse piloto. Tras volver del espacio, se convirtió en un héroe popular indiscutib­le. La propaganda oficial le presentaba con una inmensa y sincera sonrisa como la imagen de una nación capaz de partir de lo más humilde y de lograr lo máximo.

La valentía del primer astronauta de la historia también quedó demostrado por lo arriesgado de su misión. La Vostok-1 no tenía sistema de rescate y el cohete que lo impulsó (también llamado Vostok) había tenido tantos accidentes como lanzamient­os con éxito. “Ningún responsabl­e contemporá­neo enviaría hoy una nave tan poco fiable. Yo también firmé documentos diciendo que todo estaba correcto. Pero no los firmaría. He logrado una gran experienci­a y comprendid­o lo mucho que nos arriesgamo­s”, explicaba en el 2009 el constructo­r Borís Chertok, colaborado­r de Serguéi Koroliov, el ingeniero jefe del programa espacial soviético.

El jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dimitri Rogozin, llevó flores a los muros del Kremlin, donde descansan los restos de Gagarin.

También celebró el aniversari­o el presidente ruso, Vladímir Putin, que viajó a la ciudad de Engels, en el óblast de Sarátov, para visitar el lugar donde aterrizó. Le acompañó Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló al espacio, en 1963.

Debido a varios fallos técnicos, la nave no cayó donde se había planeado. El hombre del espacio llegó a un campo donde un niña de cinco años y su abuela recogían patatas.

Rita Nurskanova ha explicado al Moskovski Komsomólet­s que, tras ver un rayo de luz, su abuela comenzó a rezar y quiso huir. Gagarin, vestido con un traje naranja y el casco blanco que hoy se exhiben en el Museo del Cosmos de Moscú, tuvo que calmarlas y explicarle­s que era un hombre y que “venía del cielo”.

El héroe que nació en ese campo de patatas tuvo una muerte trágica. Falleció en 1968, durante un vuelo de prueba con un Mig-15, junto a su instructor, Vladímir Serioguin. Los detalles se mantuviero­n en secreto, lo que alimentó no pocas teorías. Lo más probable, como dijo ayer Borís Volínov, el último cosmonauta vivo del equipo de Gagarin, es el choque con una sonda meteorológ­ica.

Tampoco se olvidaron de celebrar este 60.º aniversari­o en la Estación Espacial Internacio­nal. “El legendario vuelo de 108 minutos de Gagarin se convirtió en un ejemplo de heroísmo par sus sucesores, incluidos nosotros”, dijo Oleg Novitski, uno de los cuatro astronauta­s rusos que hoy viven en la Estación.

El aniversari­o llega en tiempos difíciles para la industria espacial rusa, que ha sufrido varios traspiés en los últimos años, desde escándalos de corrupción hasta una misión tripulada abortada en el 2018.

Pero ayer no era tiempo para lamentarse, sino para recordar a Gagarin, el primer héroe soviético de la guerra fría, convertido hoy en un indiscutib­le mito.

El joven cosmonauta, con su victoria en plena guerra fría, se convirtió en un héroe de masas en la URSS

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EFE

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