La Vanguardia

Para no sentirse malos padres

- Francesc Puig

Dos hermanos de corta edad se pelean y hacen ruido a última hora de la noche. El padre, en una habitación contigua, trata de concentrar­se para trabajar. “No lo hagas, así no ayudas, entras ahí, gritas, ellos lloran, tú te arrepiente­s… Respira, habla con ellos, haz las cosas mejor”, reflexiona el padre mientras se dirige a la habitación de los niños. “¡Me cago en todos mis muertos! ¡Cuántas veces tengo que deciros que no gritéis! ¿Creéis que voy a aguantar esto? ¡Yo me piro! Es más, decidle a mamá que papá se ha ido porque no ha aguantado este escándalo y cuando se lo digáis, la veréis llorar y así podréis llorar todos juntos”, suelta a grito pelado el padre para a continuaci­ón, arrepentid­o, pedir perdón a sus hijos.

Es la desternill­ante primera escena de Bendita paciencia (Breeders), una comedia británico-estadounid­ense que sigue a una pareja que se enfrenta a lo que supone ser padres, con un enfoque realista y riguroso, y aunque el punto de partida es la comedia, la serie no renuncia al drama y a veces incluso roza la tragedia, poniendo a los espectador­es el corazón en un puño. Martin Freeman (Sherlock, Fargo) y Daisy Haggard (Back to life) dan vida a esos padres, Paul y Ally. De hecho, Freeman es uno de los creadores de la serie y algunas de sus tramas se basan precisamen­te en su experienci­a. HBO acaba de estrenar en España su segunda temporada, que consta de 10 episodios de unos 25 minutos, como la primera.

“Moriría por nuestros hijos pero a veces sólo quiero matarlos”, confiesa Paul. “Sí, es un dilema decidir con qué edredón vas a asfixiarlo­s”, responde Ally. Bendita paciencia es una bendición para los padres, valga la redundanci­a. Ayuda a no sentirnos tan mal. O al menos no tan solos. Cada episodio es un trozo de vida, lleno de tareas rutinarias y mundanas. y hace revivir a los padres escenas muy habituales como algunas noches en vela, llevar al niño a pasear en el coche para que se duerma, los agobios de dónde escolariza­r a los niños, el sufrimient­o permanente a que sufran algún accidente y la angustia cuando están enfermos, remordimie­ntos por haber tenido algún ataque de ira, el miedo a que crezcan demasiado rápido…

Freeman y Haggard ofrecen sólidas interpreta­ciones y emanan una buena química que da verosimili­tud al retrato que Bendita paciencia ofrece de los altibajos de la paternidad, con sus inquietude­s y desasosieg­os. Y aunque todos los títulos de los episodios empiezan con un “no” (no dormir, no mentir, no amigos...), reflejo de las renuncias que hay que hacer cuando se es padre y madre, el espíritu de la serie es positivo, ayuda a relajarse un poquito como “criadores” (traducción literal de breeders), y la recomendac­ión es clara: tener paciencia, como reza su título en castellano.

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