La Vanguardia

Ciencia ficción del pasado

Pol Guasch crea un mundo posthumano de superviven­cia y amor complejo en ‘Napalm al cor’, premio Llibres Anagrama de novela

- MAGÍ CAMPS

Al hablar de Pol Guasch (Tarragona, 1997), no es fácil ponerle una etiqueta sencilla. Es poeta, sí; también es profesor universita­rio, imparte literatura y crítica de la cultura en la UB; y es investigad­or en el King’s College de Londres. Pero cuando habla con La Vanguardia ,a ratos hace filosofía. Este año ha ganado el premio Llibres Anagrama de novela con Napalm al cor, cautivador­a como su conversaci­ón apasionada.

Guasch presenta un mundo postapocal­íptico, donde se abre paso la lucha por la superviven­cia, pero también un deseo amoroso complejo. Hay tres personajes centrales: el narrador, su madre y el amigo que vive en la ciudad, Boris: “El protagonis­ta es un personaje sin nombre, que vive en una barriada separada de la ciudad por un bosque donde pasan cosas”, una especie de agujero negro, en un lugar inidentifi­cable. “Es un mundo de después. No es importante qué ha pasado, sino dónde estamos. Es un escenario de desesperan­za, no future, casi como un canto punk, pero los dos chicos deciden avanzar, irse de la zona afectada, con la promesa de enterrar un cadáver”.

Hay unos cabezas rapadas que hablan otra lengua, y también difiere la lengua de la madre de la del hijo: “Quería hablar de la situación lingüístic­a como de una gran violencia, porque es la gran olvidada de los espacios de pensamient­o y de activismo. No solo quería hablar de lenguas oprimidas y hegemónica­s, que es una constataci­ón, sino de constricci­ón lingüístic­a. Incluso en la lengua más oprimida del mundo, hay alguien que te dice que así no se tiene que hablar, que te dice cómo se tiene que designar el mundo”.

Estamos en un presente donde hay una “zona afectada” y “aire enfermo”, que sugiere que ha habido un desastre, quizá nuclear: “El personaje de Vita está inspirado en las ancianas de Chernóbil. La pandemia ha demostrado que, en un momento de apocalipsi­s y de desestabil­idad total, no hemos repensado nada, no hemos sido agentes, no hemos decidido el mundo que deseamos; nos hemos limitado a obedecer. Para mí, escribir esta novela era ese reto. Y no es un libro que proponga, que dé soluciones, sino que enmienda, sugiere. Creo que la potencia de la literatura es la ruptura entre significad­o y significan­te”.

Guasch hace hincapié en “la deriva de la sexualidad” en Napalm al cor: “También he querido hablar de la potencia transforma­dora del deseo. Este personaje, que tiene un amor censurado porque no es normativo, emula unas lógicas amorosas hegemónica­s, con la manía de fusionarse con el otro. No amamos a quien escogemos, todo está más codificado de lo que creemos, y lo reflejo en las cartas que escribe a Boris. Es la fina línea que separa a la víctima del verdugo”.

Sobre el paso a la novela, dice: “No decidí ponerme a escribir una novela, me encontré. Entiendo mi obra como una especie de constelaci­ón de pensamient­o, formada también por los libros de poesía, por los ensayos que he escrito en la universida­d y por la investigac­ión que he hecho en el Macba, con Marina Garcés”. Expone que la novela, a base de pequeños capítulos que denomina cápsulas, los escribía como contrapunt­o de su trabajo más académico: “Era un espacio de escape, de estar en un espacio de mayor libertad creativa”.

Cuando escribo, me planteo formular una cosa que creo que no existe, partiendo de la base de que ya está todo escrito. Como lectura y filosofía, me interesa el imaginario de la ciencia ficción, la cuestión posthumana, Haraway, Braidotti, Ferrando; pero, sobre todas esas formas de estar en el mundo que aún no existen, también quería explorar un mundo que no es necesario situar en un espacio de futurabili­dad, con tecnología y cíborgs. He querido hacer una literatura que tendiera a la ciencia ficción, pero yendo a la raíz, a la materialid­ad del presente. La filósofa Begonya Saez definió la novela como ciencia ficción del pasado, y creo que es eso”, concluye.

El autor sitúa la narración en “un mundo de después; no importa qué ha pasado, sino dónde estamos”

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LLIBERT TEIXIDÓ Pol Guasch explora las relaciones hegemónica­s en Napalm al cor

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