Madoff, adiós al rey Midas de la estafa
Muere en la cárcel Bernie Madoff, cerebro del mayor fraude piramidal de la historia
Aunque se dedicase a estafar a los ricos, Bernie Madoff no era Robin Hood, ni su Nueva York era el bosque de Sherwood.
En noviembre del 2009, en el Sheraton de Manhattan se montó una subasta de más de 200 objetos que habían pertenecido al caído gestor de grandes fortunas. Allí había joyas, diamantes, piezas de oro, relojes o ropa, muchas prendas entre las que se contaban numerosas que ni siquiera estaban estrenadas. Todo era suyo, del rey Midas de Wall Street y era el retrato de cuatro décadas de depredación encubierta bajo la máscara del gurú financiero.
Bernie Madoff, cerebro del considerado mayor fraude piramidal de la historia, falleció este miércoles a los 82 años en la prisión de Butner (Carolina del Norte). Se declaró culpable. Cumplía una condena de siglo y medio por haber expoliado a unas 37.000 personas, en una lista en la que figuran numerosos famosos y multimillonarios, de 136 países. Cayó en diciembre de 2008, después de que dos de sus hijos colaboraran con la justicia. Se calcula que se apoderó de 64.000 millones de euros, de los que se habría recuperado una tercera parte.
En febrero de 2020 solicitó su liberación porque, aseguró, le quedan unos 18 meses de vida por encontrarse en la etapa final de un cáncer renal. “Soy un enfermo terminal”, confesó entonces en un encuentro telefónico con The Washington Post. En vano.
Siempre afirmó que sus fechorías no arrancaron en los años noventa, a consecuencia de la recesión por la Guerra del Golfo. Pero que el asunto se le fue de las manos con la gran recesión de los años 2000.
Pese a ser reconocido como el banquero de los ricos, otros menos afortunados, atraídos por una supuesta poción mágica para doblar o más los beneficios, ejerció como un imán para pequeños inversores o jubilados. “Robo de los ricos, robo de los pobres. Él no tenía valores”, afirmó ante el juez el exinversor Tom Fitzmaurice en la audiencia para determinar la sentencia.
“El mensaje que debemos enviar es que los crímenes de Madoff fueron extraordinariamente malévolos, con un coste humano asombroso”, señaló el juez Denny Chin al imponer la condena.
Nacido en 1938 en el distrito neoyorquino de Queens, en el seno de una familia judía de clase media, que Madoff era pura apariencia lo supo el mundo en un momento en que la economía mundial estaba al borde del precipicio. Él se despeñó por codicioso. Una vez detenido, Madoff dijo ser el principal sorprendido de que no le descubrieran en las inspecciones. “Era tan simple, tan burdo, que con molestarse en hacer una sencilla comprobación lo habrían descubierto”, confesó a los investigadores. La única explicación que encontró es que su fama deslumbró a los examinadores.
El derrumbe de su imperio dio lugar a la que se denominó la maldición Madoff. Varias personas vinculadas a su negocio perdieron la vida tras su encarcelamiento.
Los primeros de esa lista son el aristócrata francés René¬thierry Magon De La Villehuchet, que apareció muerto en diciembre del
Conocido como el financiero de los ricos, su timo afectó a 37.000 personas y sumó 64.000 millones de euros
2008, y William Foxton, un veterano del ejército que se quitó la vida en el 2009.
Mark Madoff, su hijo menor, de 46 años, se ahorcó en 2010 en su apartamento del Soho, justo en el segundo aniversario de la fecha en que se destapó el megatimo. Su hermano mayor, Andrew, de 48, falleció a consecuencia de un cáncer. Muchos atribuyeron esa súbita enfermedad a la desesperación que le provocó su padre.
El último es Charles Murphy, de 56 años, ejecutivo de un fondo de cobertura. Se lanzó al vacío desde la planta 24 del hotel de lujo Sofitel, en la calle 44 de Manhattan.
Entre otros familiares, a Madoff le sobrevive su esposa, Ruth, que se separó y no quiso saber más.