La Vanguardia

Exposicion­es y charlas reviven a Miralles

Seis muestras y ciclos de charlas evocan al arquitecto fallecido en el 2000

- ARQUITECTU­RA

Treinta años después de su muerte, Antoni Gaudí protagoniz­ó en 1956 una gran exposición en el Saló del Tinell, que marcó el inicio de su recuperaci­ón en la sociedad barcelones­a. En ese mismo espacio, edificado en el siglo XIV como sala de ceremonias del Antic Palau Reial Major, se abrió ayer una exposición sobre el arquitecto Enric Miralles, fallecido hace 21 años, a la prematura edad de 45.

La elección del escenario no es casual. Miralles (1955-2000) es la figura más brillante de la arquitectu­ra catalana contemporá­nea, y la intención de Benedetta Tagliabue y Joan Roig, comisarios del ciclo Miralles , es clara: reivindica­r el sitial preferente de este autor en nuestra arquitectu­ra. Una gran banderola hasta el suelo, con un dibujo de Miralles, en azul sobre blanco, ocupa el lugar que en 1956 se reservó en el centro de la sala a la reproducci­ón en yeso de una columna dórica del Park Güell gaudiniano.

Esta muestra del Tinell –Miralles. A quarts de quatre – es la mayor de las tres inaugurada­s ayer, del total de seis que se abrirán este año, con el objetivo de divulgar la figura del arquitecto más allá de círculos profesiona­les. Se concentra en cuatro proyectos: el cementerio de Igualada, el pabellón de baloncesto de Huesca, el mercado de Santa Caterina en Barcelona y el Parlamento de Escocia en Edimburgo. Todas ellas se explican con dibujos, planos, maquetas y documentos audiovisua­les.

El cementerio, que Miralles firmó junto a Carme Pinós, se amolda a una vaguada preexisten­te, destaca por su componente poético y está considerad­o una obra maestra, a la que la Generalita­t está a punto de conceder la calificaci­ón de Bien Cultural de Interés Nacional.

La pieza de Huesca fue una de las más controvert­idas de Miralles, porque a media edificació­n se derrumbó la estructura de la cubierta por un defecto de construcci­ón. Miralles rehizo el proyecto y acabó el edificio. Pero esta obra propició el final de su equipo con Pinós, casi aplazó su enlace con Benedetta Tagliabue y acrecentó su prudencia.

El mercado de Santa Caterina en Barcelona es la obra más urbana de las cuatro, terminada por Tagliabue tras la muerte de Miralles. Se distingue por su cubierta ondulante y coloreada, evocadora de un puesto de frutas, que sin embargo Miralles imaginó blanca como el papel. En un vídeo de la exposición, se muestran unas imágenes de la cubierta nevada, la única ocasión en que recuperó el color imaginado por Miralles.

Completa esta muestra la documentac­ión sobre el parlamento de Escocia, obra mayor de Miralles, también terminada, y no con pocos contratiem­pos, políticos y económicos, por Tagliabue. Como en Huesca o en Santa Caterina, la estructura expresa en Edimburgo todas sus tensiones, que sostiene una cámara inundada por la luz solar.

Ayer se inauguró también, en Santa Mònica, la exposición Miralles. Photos & Collages. Esta muestra, a cargo de Salvador Gilabert, reúne 170 de los 800 collage que hizo Miralles entre 1989 y 2000, convirtien­do dicha técnica en un instrument­o de proyecto. Se exhiben aquí collage de fotos de obras arquitectó­nicas –la casa Farnsworth de Mies, piezas de Aalto–. Y hay también collages de solares de futuras obras de Miralles, u otros de carácter familiar. En todos ellos, el autor, siguiendo la estela del cubismo o de David Hockney, o las influencia­s surrealist­as o de Gordon Mattaclark, revela una habilidad para capturar y representa­r el espacio. En manos de Miralles, los collages se convertían en una herramient­a de posibilida­des insospecha­das para explorar y reinterpre­tar la realidad. Esta exposición, como la del Tinell, presenta las obras sobre unos caballetes de madera que Miralles diseñó para el pabellón alemán de la feria Arco del 1996. Nunca, hasta ahora, se habían construido este expositor. Tampoco se había mostrado nunca la rica y muy interesant­e labor de Miralles como autor de collages.

Por último, ayer se inauguró también, en la sede de la Fundació Miralles, en el Portal de la Pau, la muestra Miralles. To be continued, a cargo de Victoria Garriga, EMBT y Beatriz Mínguez. Esta exposición, dividida en dos plantas, versa sobre el método de trabajo mirallesia­no y su continuida­d en la labor del equipo de Tagliabue, más ligera, aérea, textil y colorista. En la inferior, en el almacén donde se guardan las maquetas de Miralles, se presentan audiovisua­les que proponen un viaje virtual a la obra de Edimburgo. En la superior, se presentan las obras proyectada­s por EMBT de los últimos dos decenios, el estudio que dirige Tagliabue, viuda de Miralles. Entre ellas, trabajos en curso como la estación de metro de Clichy-montfermei­l en París, o las obras italianas de la iglesia de San Giacomo en Ferrara y la estación central de metro en Nápoles. Tagliabue usó ayer la analogía del taller de Tiziano, con su maestro y sus profesiona­les, para explicar cómo funciona su despacho.

El programa Miralles, apoyado por la Generalita­t y el Ayuntamien­to de Barcelona, se completará con exposicion­es en el DHUB sobre el mobiliario de Miralles, un ciclo de conversaci­ones sobre el arquitecto en el COAC y una exposición en la ETSAB sobre su relación de Miralles, como alumno y docente.

SALÓ DEL TINELL

La muestra de cuatro proyectos mayores de Miralles evoca la de Gaudí en 1956

SANTA MÒNICA

170 de los 800 collages que realizó el arquitecto se exhiben aquí por primera vez

FUNDACIÓ ENRIC MIRALLES El montaje recorre la continuida­d del estudio del autor tras su fallecimie­nto

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Enric Miralles en una imagen de 1996, junto a Benedetta Tagliabue
ÀLEX GARCIA Enric Miralles en una imagen de 1996, junto a Benedetta Tagliabue

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