La Vanguardia

Bosé versus Miguel

- Núria Escur

Cuando es Picasso quien te lleva de la mano a la guardería, luego ya no puedes ser un tío normal. Eso no lo digo yo, eso lo dijo Bosé para este periódico, hace unos años.

Antes de Lo de Évole, estaba nerviosa, preparé notas, esperé a ver el rostro de Jordi, que, por supuesto, me comunica mucha más paz y seguridad que el del cantante en los últimos seis años. Y me prometí llegar a la entrevista en plan tabula rasa, sin juzgar.

Qué rabia, qué sufrir, porque Bosé había sido “uno de los nuestros” y cuando uno de los nuestros, que además muestra talento durante décadas, suelta tonterías, pues padecemos. Explicó lo del sexo salvaje, la droga sin freno, la muerte de su madre por no covid y la cierva a la que su padre le obligó a disparar. Pero a cada capa que caía, más lloraba la cebolla. Ocurre con muchos famosos, cual heterónimo­s pessoanos, que en realidad son dos: el de fuera y el de dentro.

Y así es como Bosé vampirizó a Miguel. Se lo ha comido y nos deja un rostro blanco, de mármol de Carrara y mirada ojiplática delineada con kohl. Dentro, supongo, seguirá habitando el ingenio que se llevó de calle a toda España y nos descubrió senderos; el sex symbol culto al que nadie le arrancaba su opción sexual porque no le daba la gana decirlo, y bien que hacía.

El día en que me dijo que no era normal, lo de Picasso, me pareció un tipo interesant­e, cáustico y magnético. Luego su negacio ni s monos indignó, ir responsabi­lidad supina ningunear la covid. Con“el bicho existe” respiré un poco, pero llegó el ale gato de Victoria Abril, otra que siendo lista insiste en estropearl­o.

El inteligent­e no se puede permitir confundir al resto; en él no hay eximente por ignorancia. Con su defensa de la libertad individual se llevan por delante la responsabi­lidad social (que existe y ya definió Zaratustra) y cargan con culpa a quienes no la tienen. Deberían dirigir rayos y truenos en otras direccione­s.

El otro día entendí algo de su torería afónica, quedamos en tablas. No lo suelto como no sueltas un talismán, aunque temo como a tormenta la entrega del próximo domingo. Miguel, dile a Bosé que no nos dé más sustos, por favor.

El inteligent­e no puede confundir; en él no hay eximente por ignorancia

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