¡Qué sola está Catalunya!
También Perpiñán y Andorra se han distanciado días atrás de esta Catalunya
Adiferencia de Córdoba, “lejana y sola”, en verso de Lorca, la soledad de Catalunya es todo menos poética. Y no se puede maquillar. Ya no hablamos de Madrid o Bruselas. Son nuestros vecinos. Todos. También Andorra y Perpiñán han expresado estos días con claridad el distanciamiento, la incomodidad y el regusto de las relaciones que acaban.
El flamante alcalde de Perpiñán, Louis Aliot, ha sustituido el logo “Perpignan, la catalane” por “Perpignan, la rayonnante (radiante)”. Aliot es extrema derecha, pero ganó el pulso electoral todos contra mí y tiene legitimidad democrática. Poco antes de su elección, declaró a este diario: “No quiero que los problemas catalanes nos compliquen la vida”. La percepción de vecino de escalera liante...
El órgano informativo andorrano por excelencia, el Diari d’andorra, tituló su editorial del 12 de marzo “Insolidaridad catalana”. Así resumía la sensación amarga que deja en el principado la forma amateur –en términos de relaciones internacionales– con que la Generalitat ha actuado respecto a la movilidad durante la pandemia. Muchos andorranos lo resumen hoy así: tan cerca y tan lejos...
¿Es la factura mezquina por la pronta reacción institucional del Govern de Andorra el 27 de octubre del 2017: “Catalunya sigue siendo una parte integrante de España”?
De los desplantes y arrogancias de estos últimos tiempos con Valencia uno destacaría la ausencia de Joaquim Torra al acto, ¡en Barcelona!, con asistencia de Ximo Puig, septiembre del 2018, para agilizar el corredor mediterráneo. ¡Tanto llenarse la boca con este déficit injustificable –que, sobre todo, putea a Almería, Murcia y Valencia– y menospreciamos a un potencial aliado como Puig!
Bonita forma de ganar amigos... Si sumamos las alusiones institucionales a los Países Catalanes, término colonialista se mire por donde se mire, tendremos otra explicación de que Puig reclamase (26/X/2019) “respeto” sobre lo que son y quieren ser los valencianos.
Tampoco con Aragón se ha mostrado mucho respeto y sí cierta arrogancia moral en el retorno del patrimonio religioso, invocando unas razones que aplicadas a los archivos de Salamanca justificarían su no retorno (ya casi subsanado).
Solos y divididos. ¿No es hora de aterrizar, rectificar y volver a dar los buenos días a los vecinos?