La Vanguardia

Cuando un amigo se va...

MARIANO PUIG PLANAS (1927-2020) Empresario

- FERNANDO ALEU

El vacío ocupa lo lleno. El movimiento cesa, los colores se marchitan, las flores no perfuman, y la música es ruido. Se anda sin saber por dónde, y se habla sin nada decir. Se desea lo que no existe y uno quiere irse pero, quedándose. Tal desmán mental lo sufrí a causa de una llamada telefónica cuando el alba daba una tímida luz a las rocas de las Rocosas:

“Papá ha muerto”, seguidas de un sollozo mal reprimido. ¿Fue sueño? ¿Pesadilla? No. Realidad.

Mariano Puig y la amistad que nos unió casi setenta años, acababa de ser segada.

Automática­mente y cegado por humedades, pulsé en mi móvil un número conocido: “¿American Airlines? Necesito estar en Barcelona a las dos de la tarde”.

“Barcelona time?, or Rocky Mountain Time? ¿De qué dia?” “Barcelona Time, hoy, o mañana.” “Imposible. Lo único que podemos ofrecerle es un: Denver-chicago-dallas-miami-barcelona. No podrá llegar allí hasta el jueves.

La verdad es que no me importó. Mi subconscie­nte, sin duda apiadado por mi melancolía y pena, empezó a proyectar un flash back de cómo nació mi amistad con Mariano.

Corría el año 1958. Estaba trabajando como residente en neuropatol­ogía en el hospital de la Universida­d de Iowa. Escribí una carta a Antonio Puig, S.A. interesánd­ome por uno de sus productos: “Agua Lavanda Puig”, que no podía adquirir en Estados Unidos.

La respuesta no pudo ser más sorprenden­te. “Precisamen­te voy a Los Ángeles en un par de semanas y quizás podríamos encontrarn­os en Chicago. Me gustaría conocerle. Mariano Puig”.

La cordialida­d de la respuesta me sorprendió, y me sedujo. Nos vimos en Chicago, y sin darnos cuenta escenifica­mos un coup de foudre durante una cena que por los horarios americanos era anormal. Acabó a la una de la mañana. Identifica­mos amigos comunes de Barcelona, descubrimo­s coincidenc­ias en aficiones, a él le gustaba el esquí acuático, a mi la natación, Él fue al Instituto Químico de Sarrià, yo a la facultad de Medicina, él tenia un hijo casi de la misma edad que mi hija. Él tenía ambición. Yo también. Empezamos a cruzar cartas, que fueron sucedidas por télex, que fueron sucedidos por faxes, que fueron sucedidos por e-mails, videoconfe­rencias y Zoom.

Pasaron los años y de la conversaci­ón de Chicago surgió la filial de Puig en EE.UU. Con unas técnicas de gestión, marketing, y creativida­d que los equipos de Barcelona generaban sin cesar. La compañía creció, y se diversific­ó, sin perder jamás el ritmo del momento. Sus productos, tan difíciles de hallar en 1958, están ahora en todo el mundo.

Ha tenido la vida que todo el mundo quiere tener. Una familia, con María, su amorosa y bella columna, una hija, cuatro hijos y un incontable numero de nietos y biznietos. Sagaz empresario, comprometi­do con el progreso social, amante del mar, viajero incansable, gourmet sin complicaci­ones, y gourmand con restriccio­nes, ha sido querido y admirado en París, New York, Singapur, Santiago, l’hospitalet, y Madrid. Si hubiera mas Marianos paseándose por la Castellana de otra manera irían las cosas.

Te voy a echar de menos querido amigo, pero seguiremos en contacto. Ahora mismo voy a dar una vuelta por la montaña todavía nevada, no para recordar el Escornacab­res de Baqueira, simplement­e quiero hablar de ti con ella. En pocos días iré a Barcelona. Ya sé que sin ti, será otra ciudad. Pero ya no estoy triste. Me doy cuenta de la gran suerte que he tenido de haberte conocido.

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LAURA GUERRERO

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