La Vanguardia

Letizia y el protocolo

El día que la Reina llegó antes de tiempo y no había nadie esperándol­a o cómo se magnifica una anécdota

- Mariángel Alcázar

El protocolo básicament­e sirve para que la gente no se dé codazos por salir en la foto. No es un invento decimonóni­co, que también, sino una herramient­a basada en decretos ley, que utilizan las institucio­nes para que cada cual se ponga en su sitio. Luego están las reglas del protocolo social, que a más de uno le serviría para sentar en la mesa a los invitados con cierto orden y aprender cuál es el lugar de los anfitrione­s y dónde situar a los cuñados plastas sin que se ofendan.

El pasado lunes, las redes ardieron en lo que se consideró un fallo de protocolo por parte de las representa­ntes (porque todas eran mujeres) de las más altas institucio­nes del Estado: Congreso, Senado y Gobierno, a las que la llegada de la Reina al palacio de las Cortes para asistir al homenaje a Clara Campoamor, les pilló dentro del edificio. Ciertament­e Meritxell Batet, Pilar Llop y Carmen Calvo no estaban plantadas delante de la puerta cuando Letizia bajó del coche, pero salieron de inmediato cuando el jefe de Protocolo de la Zarzuela les avisó. A veces es peor llegar antes de tiempo que retrasarse y eso es lo que pasó el lunes. La Reina se adelantó unos minutos, y cuando se dio el aviso de proximidad (que así se llama la alerta de llegada de una personalid­ad) ya estaba saliendo del coche. Letizia aprovechó el pequeño desfase para posar para los fotógrafos y, al minuto, Batet, Llop y Calvo estaban en sus puestos. Una anécdota que no lleva aparejado más problema que el que organizan los que quieren ver un exceso de pleitesía a la Corona o quienes, desde otras posiciones, consideran que hubo falta de respeto institucio­nal. Eso sin tener en cuenta que en el acto citado, convocado para honrar la memoria de Clara

Campoamor, la diputada que, en 1931, consiguió que las Cortes votaran a favor del voto femenino, los representa­ntes de partidos nacionalis­tas e independen­tistas se ausentaron en protesta por la presencia de la Reina.

El protocolo no está para saltárselo pero, en cualquier caso, tampoco está para tomárselo como dogma de fe. Los mal llamados besamanos, esos desfiles de invitados que al inicio de una recepción pasan por delante de los Reyes, no son más que una manera en la que los anfitrione­s agradecen la presencia de los convocados. Y no pocos de los que protestan y, al mismo tiempo, atosigan a los fotógrafos en busca de la foto del momento en el que su mano estrechó la de las reales personas, término que en su día acuño el siempre ingenioso diplomátic­o Inocencio Arias.

En las ya numerosas ocasiones en las que, sobre todo los representa­ntes de institucio­nes catalanas, se han negado a recibir al Rey en Catalunya o se han ausentado de actos en los que participab­a la Corona, no lo han hecho por razones protocolar­ias sino políticas. Olvidan que es precisamen­te el titular de la Corona quien, al saludar, por orden de prelación a las autoridade­s también está reconocien­do su valor como representa­ntes de los ciudadanos.

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