La Vanguardia

Anna Sorli

Administra­dora de Grupo Sorli

- MAITE GUTIÉRREZ

Anna Sorli está pilotando la transforma­ción de la cadena de supermerca­dos que fundó su abuelo hace un siglo en Barcelona. El grupo ha crecido un 16% el año de la pandemia, cinco puntos por encima de la media del sector.

Las limpiezas de buhardilla­s y trasteros suelen producir hallazgos inesperado­s. Le ocurrió hace poco a Anna Sorli, administra­dora del grupo catalán de distribuci­ón Sorli, cuando ordenaba unos papeles. Entre ellos apareció una de las primeras facturas de su abuelo Francesc, fundador de la empresa familiar. Un recibo de la tienda de ultramarin­os que abrió por primera vez en 1923 en la calle Pere IV de Barcelona.

En estos casi cien años, el pequeño comercio de Francesc Sorli en el barrio del Poblenou se ha transforma­do en una cadena de supermerca­dos con 110 establecim­ientos, seis locales de comida para llevar, tres gimnasios, un hotel, dos restaurant­es y un centro comercial. Un legado que pilota Anna Sorli desde el 2015 junto a Josep Figueres, director general de la compañía.

Es ella la que ha modernizad­o la cadena, antes conocida como Sorli Discau, cambiando el nombre, la imagen de marca y la propuesta de negocio. Una renovación que, con todo, sigue la tradición familiar. “Mi padre, Jordi Sorli, siempre dice que hay que avanzar con seguridad, no estirar más el brazo que la manga”, cuenta.

Es esta filosofía de ir paso a paso la que le ha permitido afrontar el año de la pandemia con una situación financiera sólida. El grupo acaba de cerrar el ejercicio 2020 con un crecimient­o del 16%, cinco puntos por encima del incremento medio del sector de la distribuci­ón alimentari­a. La facturació­n total ha alcanzado los 269 millones de euros, cuando en los tres ejercicios anteriores rondaba los 240 millones de ventas anuales.

Este importante aumento de ingresos no va a modificar los planes de la compañía. Anna Sorli afirma que prefiere mantener el rumbo que ya fijó al inicio de su mandato, basado en la reforma integral de las tiendas en lugar de impulsar la expansión del grupo con nuevas aperturas o adquisicio­nes. “Hemos de consolidar la transforma­ción y elevar los estándares de calidad de toda la red de establecim­ientos”, subraya. El plan estratégic­o de la empresa, aprobado en el 2016, contempla una inversión de 45 millones de euros para adecuar 80 tiendas en seis años, con una fuerte apuesta por los productos frescos –carne, embutidos, pescado...–. Este 2021 destinarán nueve millones a la reforma de 18 establecim­ientos, un cambio para el que cada súper ha de estar cerrado seis semanas. Los clientes, asegura, responden bien a cada una de las transforma­ciones, las ventas siempre aumentan tras ellas.

El sector de la distribuci­ón alimentari­a ha salido reforzado de la pandemia. Hace poco más de un año, antes del confinamie­nto de marzo, el objetivo del grupo era crecer alrededor del 3%, y han multiplica­do por cinco las previsione­s. Pero estos buenos resultados económicos no esconden lo que ha sido un año tremendame­nte desafiante. Dirigir la empresa en plena crisis sanitaria, sin bajar la persiana un solo día, ha supuesto el mayor reto de la carrera de esta directiva. Tras la declaració­n del estado de alarma del 2020 Sorli constituyó un comité de crisis para analizar día a día las novedades, buscar equipos de protección para los 1.900 empleados a la máxima velocidad y garantizar la cadena de suministro­s. El plan de e-commerce, que tenían pensado desplegar en dos años, tuvo que estar listo en tan solo ocho semanas para responder al boom de la demanda. En definitiva, una situación inédita para toda la plantilla, con miedos, tensión... y también esfuerzo y compañeris­mo, que Anna Sorli ha plasmado en un libro a modo de homenaje a los trabajador­es.

Lidiar con la pandemia, sin embargo, no ha absorbido toda la dedicación de esta directiva. El año pasado puso en marcha una fundación para luchar contra la violencia machista y promover la igualdad de género en la empresa y en la sociedad. “Parece que la pandemia tenga que relegar todos los demás desafíos, y no. No podemos aparcar la lucha por la igualdad, es un cambio estructura­l que debemos impulsar y priorizar”, dice convencida.

Tercera generación al frente de la empresa familiar, lleva ya más de dos décadas dedicadas a la compañía asumiendo diferentes responsabi­lidades, hasta alcanzar el puesto de administra­dora hace siete años. Y eso que en un primer momento pensaba enfocar su carrera hacia otro ámbito. Anna Sorli estudió diseño y moda y a punto estuvo de abrir una firma de ropa, un proyecto que dejó por el grupo de distribuci­ón. “Sorli forma parte de mi vida, desde siempre, de alguna manera parecía natural quedarme aquí”, admite. La pasión por el mundo textil, aun así, continúa. Para este 2021 prepara el lanzamient­o de una colección de moda bajo la marca Somia, una exhortació­n a perseguir las propias aspiracion­es.

El grupo ha crecido un 16% el año de la pandemia, cinco puntos por encima del sector

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GUSI BEJER

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