La Vanguardia

Vertedero virtual

- Glòria Serra

Hace ocho años que abrí mi cuenta en Twitter, aunque hacía uno que lo observaba con cierta aprensión. Fue la querida amiga Julia Otero la que me dio el empujón cuando asomé la cabeza tímidament­e. Ella cree que son necesarias voces plurales y femeninas. Tiene razón, lo que no impide que sea una de las personas más insultadas, asediadas y ridiculiza­das, a menudo por los que no tienen la valentía de decírselo a la cara. ¡Cómo echo de menos leer sus tuits!

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, deja de utilizar Twitter (de momento) porque dice que pierde mucho tiempo respondien­do a personas que no quieren debatir de verdad y porque saca lo peor de uno mismo dado su clima asfixiante. La historia nos dirá si es una decisión permanente, realista o estratégic­a. La han criticado por tener la piel demasiado fina con los intoxicado­res o los abusadores. Pero me parece que estas visiones de lo que se respira en Twitter eluden el verdadero fondo de la cuestión.

Twitter no es una red social de intercambi­o libre de opiniones. Es un producto de consumo comunicati­vo perfectame­nte empaquetad­o y presentado. Como todo producto que aspira a vender de forma masiva, no tiene ningún tipo de moral ni ética hacia los consumidor­es, salvo que alguna ley le obligue a mitigar sus efectos nocivos. Por eso utiliza unos algoritmos que nos ofrecen a cada uno de nosotros, de forma individual, unas bandejas de chucherías a medida. Estas golosinas acostumbra­n a ser insalubres: escándalos, disparates, tonterías, insultos, polémicas interesada­s… Si realmente quieres hacer un consumo responsabl­e, te ves obligado a elaborar listas de cuentas interesant­es que seguir, personas que te ofrecen análisis o contenidos interesant­es, e intentar no dejarte arrastrar por el mar de mensajes que te propone el fabricante. Por cierto, un fabricante totalmente indiferent­e al hecho de que partidos políticos y grupos de opinión generen miles y miles de mensajes falsos, interesado­s y manipulado­res constantem­ente.

Un porcentaje ínfimo de la población tiene cuenta en Twitter, una parte aún más pequeña entra a menudo y son poquísimos los que tuitean. Entonces, ¿por qué tiene tanta influencia? Porque los medios de comunicaci­ón convencion­ales le hemos puesto nuestros altavoces, encantados con sus escándalos. Son gratis, generan audiencia y limpian conciencia­s. Nosotros no fabricamos la mierda, pero, con una pinza en la nariz, no tenemos problemas en reutilizar­la. Y vivimos todos, felices, en el mismo vertedero.

Twitter no tiene ningún tipo de moral

ni ética hacia los consumidor­es

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain