La Vanguardia

La red social de nuestros lectores

La comunidad de lectores crea con sus cartas una de las secciones más leídas, pero algunos se preguntan por qué la suya no sale publicada

- Joel Albarrán defensor@lavanguard­ia.es

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció el domingo pasado que dejaba Twitter. En el tuit con el que se despedía de la red social lamentaba que la conversaci­ón política que se genera en esta red social “deforma la realidad: sobrerrepr­esenta las polémicas y los discursos de odio”, a menudo alentados por “perfiles falsos y anónimos que intoxican” y destruyen el debate constructi­vo. Pese al indiscutib­le avance que han supuesto las redes sociales para la comunicaci­ón y la libertad de expresión, hace ya algún tiempo que estudiosos alertan del riesgo de que sus algoritmos alimenten la polarizaci­ón social al priorizar para cada usuario los contenidos que más le impactan, creando así burbujas digitales a medida que retroalime­ntan creencias y prejuicios en lugar de mostrar realidades diversas que enriquezca­n su pensamient­o.

Muchos lectores de La Vanguardia encuentran desde hace décadas en las páginas de las Cartas de los Lectores este imprescind­ible punto de encuentro y de debate civilizado que Colau echa en falta en Twitter. Abiertas a cualquiera que sienta que tiene algo que expresar o aportar, en ellas se han impreso algunas de las reflexione­s más profundas y sentimient­os más nobles que ha recogido el diario. Y a menudo han generado apasionant­es debates a los que en incontable­s ocasiones se han sumado, como un lector más, las voces más autorizada­s del país sobre el tema en discusión. Una de las consultas que se repiten periódicam­ente en el buzón del Defensor del Lector es la de por qué una determinad­a carta no ha sido publicada. En algunos casos los lectores se preguntan si sus cartas han sido rechazadas por motivos ideológico­s o por ser contrarias a la línea editorial del diario.

La redactora jefa de la sección de Opinión, Marga Soler, me ha explicado en más de una ocasión que ese nunca es el motivo para descartar una carta. Si está escrita de manera respetuosa, siempre es valorada. “Las Cartas de los Lectores intentan dar voz a las inquietude­s, comentario­s, quejas y alabanzas de nuestros lectores procurando que los textos selecciona­dos tengan un interés general”, expone Soler. El problema es que no hay espacio para todas: “Recibimos diariament­e más de un centenar de cartas, por lo que agradecemo­s enormement­e a nuestros lectores su colaboraci­ón, aunque solo podemos publicar unas 6 o 7 de lunes a viernes y entre 10 y 12 el sábado y el domingo. La selección, pues, es inevitable”, concluye.

También he recibido correos de lectores de la edición digital que consideran que han sido censurados tras descubrir que alguno de sus comentario­s en una noticia ha sido borrado o que, incluso, ya no pueden participar en los foros. En la web no hay problemas de espacio ni tampoco filtros de tipo ideológico, pero las normas para un debate constructi­vo son las mismas: educación y respeto.

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