La Vanguardia

El berlanguia­no legado del narcocuart­ito (y del ‘meublé’)

Una comunidad cuenta cómo, pese a las redadas y las sentencias, la herencia de los proxenetas y narcos que les ocuparon aún les amarga

- LUIS BENVENUTY

La última vez que trataron de ocupar el antiguo cuartito de la portera de esta finca los propios vecinos espantaron a los asaltantes. “Me fastidia llamarles ocupas. Mi cuñado fue de los que montó la Kasa de la Muntanya –lamenta uno de estos vecinos–, ¡esta gente son narcos! , gente mala que tiene nuestro cuartito fichado. Bueno, cuartito, en verdad es un ático con terraza muy apañado...”. Estamos en el Raval, en un edificio muy bonito en la calle Junta de Comerç, cerca de la Rambla. Esta es la historia del infausto y berlanguia­no legado del narcocuart­ito (y también del mueblé).

“Los Mossos se llevaron a los narcos en octubre –recuerda la presidenta de la comunidad–, cuando hicieron la operación Coliseo en treinta y tantos puntos de venta de drogas”. Aquel golpe policial desmontó un entramado de traficante­s rumanos y paquistaní­es enquistado en el Raval. “Pero la comunidad no recuperó todavía la propiedad del cuartito. Aún no lo podemos ni alquilar ni vender. Como si siguiera ocupado, con un proceso judicial abierto. Y entre ocupacione­s y reocupacio­nes ya llevamos un lustro”.

“El problema –dice Jorge Diéguez, el abogado de la comunidad– es que, antes de la redada, los vecinos llevaron a juicio a sus ocupas, y ganaron y con costas, aunque sin expectativ­as de cobrar... Pero la sentencia aún no se ejecutó. El abogado de los ocupas la recurrió, porque es de oficio y su obligación es dar la mejor defensa, aunque no tenga ninguna expectativ­a. Si no lo hiciese el cliente podría quejarse por mala praxis. Y a pesar de su nula expectativ­a de éxito, la Audiencia Provincial debe resolver. Y luego tendremos que pedir la ejecución de la sentencia, que es de enero del 2020, y en octubre la Audiencia dijo que ya pondrá una fecha para resolver. La comunidad recuperará su propiedad, en una temporada... pero entretanto tiene una carga que influye en su valor, aunque sea provisiona­lmente. Nunca había visto un caso igual. Es berlanguia­no”.

En el juicio los ocupas presentaro­n un contrato de alquiler, para hacer creer que los engañaron. Y el juzgado llamó a declarar al supuesto propietari­o que aparecía en el documento, una persona con varios inmuebles en el barrio. ¿Reconoce usted su firma en este contrato?, le preguntaro­n No, respondió. No puedo. Soy ciego. Nunca firmo nada. Sí, berlanguia­no del todo.

“Mire –añade el vecino del primer párrafo–, en la redada se dejaron las diligencia­s en el cuartito, lo pone claro… Que S. P. alías Baba, nuestro ocupa, es un comprador habitual de un tal A. Z. B., uno de los que hacían las entregas... ‘Baba aparece mencionado en múltiples conversaci­ones

Los vecinos se quejan de que los traficante­s hicieron del cuartito de la portera un estercoler­o

telefónica­s en las que se hablaba de sustancias estupefaci­entes’, dicen las diligencia­s. Y, bueno, ya llevaban aquí un par de años… desde que los rumanos que nos montaron un meublé les traspasaro­n el cuartito. Entonces llegabas a casa y te encontraba­s a los guiris con el cubata, haciendo cola en el rellano. Los del mueblé se colaron de azotea en azotea, no sabemos bien cuándo, y montaron una cocina de Ikea y se hicieron fotos en el piso. Cuando se instalaron de verdad y llamamos a la policía ya no había modo legal e inmediato de echarlos. Parecía que llevaban mucho viviendo aquí. Fue una faena... Acabábamos de reformar el cuartito para alquilarlo. La finca está catalogada y tiene muchos gastos. Y el primer juicio lo ganaron, pero el segundo no. Y cuando conseguimo­s echarlos nos dijeron que nos enteraríam­os ¡y vaya que sí...!”. En el 2017 y el 2018 la Guardia Urbana hizo 22 intervenci­ones en este edificio, por narcotráfi­co, amenazas y coacciones, prostituci­ón en la vía pública... “Y cuando por fin conseguimo­s volver a entrar en el cuartito vimos que lo habían convertido en un estercoler­o, que arruinaron nuestra reforma, y encima nos dejaron con el miedo. ¡Al poco intentaron ocuparlo otra vez!”.

Los vecinos agregan que no tienen dinero para volver a reformar el puñetero cuartito de la portera, y suspiran porque les hace falta de veras aprovechar­lo. Según la última inspección técnica del edificio, la reforma que han de hacer del portal ronda los cien mil euros. “Y encima el Ayuntamien­to nos multó por no tenerla hecha, más o menos con lo mismo que nos costó la puerta antiocupas que pusimos. Estos años gastamos 35.000 euros en el cuartito, en obras, alarmas, abogados... y ahora no tenemos dinero”.

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ANA JIMÉNEZ
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Años de degradació­n. Los inquilinos de este inmueble del barrio del Raval lamentan que la larga ocupación del cuartito de la portera la convirtió en un estercoler­o y echó a perder la reforma que habían hecho
De cuartito a búnker. La comunidad de propietari­os tapió la entrada del cuartito de la portera que da a la azotea del inmueble para que nadie pueda volver a colarse saltando desde algún otro edificio
ANA JIMÉNEZ Años de degradació­n. Los inquilinos de este inmueble del barrio del Raval lamentan que la larga ocupación del cuartito de la portera la convirtió en un estercoler­o y echó a perder la reforma que habían hecho De cuartito a búnker. La comunidad de propietari­os tapió la entrada del cuartito de la portera que da a la azotea del inmueble para que nadie pueda volver a colarse saltando desde algún otro edificio

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