Un desbordante viaje a la emoción
La emoción que Santi Balmes sabe insuflar a las canciones ha sido desde siempre uno de los rasgos distintivos del adn de Love of Lesbian. Una entrega que con el paso de los años se ha profundizado y a la vez engrandecido, convirtiéndose en la principal virtud de la banda más allá incluso de los méritos propios de las canciones. Después de la cima y, a la vez, fin de etapa que significó El poeta Halley, la banda barcelonesa tenía ante sí un evidente desafío, conociendo lo reacio que son a lo de recrearse en el pedestal y en una fórmula sonora tan inconfundible, eficaz y rentable.
La trascendencia emocional con la que el vocalista y compositor da vida a las composiciones sigue allí, pero focalizada en términos quizás más directos y no tan espectaculares. Y es que la docena de nuevos temas –en los que siguen apareciendo como productores Ricky Falkner y Santos&fluren, si bien la sonoridad es más colectiva que nunca– suenan más certeros y compactos aunque la épica también sigue allí. Y ordenados con un sentido de desarrollo emocional, que se trasluce en la propia estructura sonora e instrumental de cada uno de ellos: desde Eterna revolución a Viento de oeste, pasando por las incisivas Los irrompibles y Catalunya bondage (con los muy bien elegidos El Columpio Asesino) o la cantautoril El mundo. Lo que sí permanece es esa lírica que solo adquiere todo su significado en la boca expresiva única de Balmes. Y cuando esa emotividad se suma a letras de trazo sobresaliente aparecen pequeñas joyas como Crisálida o ese esperanzador colofón en forma de El Paso.