La Vanguardia

La pandemia sin vacuna de Madrid

Miles de familias afectadas por la crisis dependen de las organizaci­ones humanitari­as en la región más rica de España

- ASIER MARTIARENA

En Aluche, la Asociación Vecinal y la Red de Apoyo Mutuo; en San Blas y Canillejas, la Plataforma de Trabajador­es en Paro; en Puente de Vallecas, la parroquia San Ramón Nonato; en Getafe, el Hospitalil­lo de San José; para los más pequeños, el Banco del Bebé de la Fundación Madrina... Los nombres varían de un barrio a otro, pero lo que no cambian son las colas del hambre que se repiten a diario por toda la Comunidad de Madrid.

“Creíamos que a estas alturas habrían tenido tiempo suficiente para ponerse al día, pero no ha sido así. El Gobierno no ha acelerado el pago de los ERTE ni la Comunidad la Renta Mínima de Inserción. A los barrios apenas han llegado unas pocas Tarjetas Familias con las ayudas anunciadas en agosto por el Ayuntamien­to y las despensas solidarias no damos abasto”, se lamenta Javier Cuenca, vicepresid­ente de la Federación Regional de Asociacion­es de Vecinos de Madrid (FRAVM).

Y los datos lo corroboran. Desde marzo del 2020, Cáritas y la Fundación Madrina han pasado de atender a 400 personas al mes a proveer a 4.000 al día. La FRAVM proporcion­ó en el 2020 productos de primera necesidad a 14.278 familias. Y el Banco de Alimentos, como muchas asociacion­es vecinales, ha duplicado su distribuci­ón con una media de 95.000 kilos diarios.

Pero no es suficiente. El Ayuntamien­to apenas ha tramitado el 39% de las ayudas directas solicitada­s por las familias, que siguen afrontando a diario un panorama desesperan­te.

El colapso generaliza­do ha llegado a unos niveles que incluso el mediático, y sosegado, padre Ángel decidió aprovechar su intervenci­ón en una reciente entrevista en La Sexta al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-almeida, para tratar de resetear y empezar por el principio: “¿Cómo se pueden reducir las colas del hambre provocadas por la pandemia?” le preguntó el fundador de Mensajeros de la Paz al regidor cumplido ya el primer año de crisis social derivada por la pandemia.

Del otro lado, la desesperac­ión empieza a ser un obstáculo insalvable. “Somos más las familias asfixiadas ahora que durante la crisis del 2008”, reconoce Juan, nombre ficticio de un padre de familia que no se acostumbra a tener que recurrir a este tipo de ayudas al encadenar, en el mejor de los casos, trabajos mal pagados o cobrados directamen­te en B. “Las colas son tan largas que muchas veces tenemos que guardar turno en la calle. Pero el hambre aprieta más que la estigmatiz­ación”, concluye bajando la mirada al suelo.

Y por si esto fuera poco, las institucio­nes también han colocado más de un palo en las ruedas. Algunas de las asociacion­es a las que los trabajador­es sociales del Ayuntamien­to han derivado a decenas de demandante­s para sortear el embudo burocrátic­o han sido, paracronif­icando. dójicament­e, desalojada­s de sus espacios. Todo por la batalla emprendida por el PP contra lo que califica de “chiringuit­os de Carmena” por dar solución a las colas del hambre que, según ha sostenido este pasado fin de semana la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, conforman “mantenidos subvencion­ados”.

Muchas agrupacion­es contaban con contratos de cesión que se han extinguido en pandemia y para los que no han recibido prórrogas o aplazamien­tos desde el Ayuntamien­to Y han tenido que cerrar.

Es el caso de la casa del cura de Chamberí o del Espacio Vecinal Arganzuela, que en febrero fue desahuciad­o del local que autogestio­naba en un ala del antiguo Mercado de frutas de Legazpi y que ahora languidece a la espera de que se concrete alguno de los proyectos barajados por el Ayuntamien­to para dicha localizaci­ón.

Así lo ha denunciado esta misma semana el PSOE quien, por boca de su concejal de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Emilia Martínez, recuerda que el alcalde se ha negado a aceptar la propuesta de los socialista­s de crear “mesas de coordinaci­ón en los distritos” para gestionar “adecuadame­nte” los recursos, así como crear una línea extraordin­aria de subvencion­es. De esta manera, el Consistori­o trata de “invisibili­zar el trabajo asociativo” y “negar las colas del hambre”, reprocha la edil.

A ellas se suman las asociacion­es que han tirado la toalla ante la imposibili­dad de prolongar en el tiempo los programas de ayuda de alimentos. Es el caso de La Incolora, la Asociación Vecinal que dirige Javier Cuenca en el barrio de Villaverde Alto, quien confiesa que, “tras más de 35 años colaborand­o con el activismo de barrio, nunca había visto unas colas tan largas y unas despensas vecinales tan solicitada­s”.

“Al inicio de la pandemia nos fue relativame­nte fácil organizarn­os, porque contábamos con una experienci­a previa y en pocos días ya habíamos tejido una pequeña red de ayudas por grupos de whatsapp, pero el problema se ha ido Llevamos muchos meses dándolo todo, pero vivimos de donativos de los vecinos. Y los ingresos y las reservas de las familias también disminuyen”, admite con desazón. Un revés que, sin embargo, no ha doblegado el compromiso de este operario de la limpieza del Ayuntamien­to de Madrid que ha decidido abrir una nueva vía de colaboraci­ón.

Tras derivar a las familias a las que ayudaba con la cesta de la compra a otras asociacion­es con más músculo, e identifica­r las necesidade­s médicas de muchos de sus vecinos, ha montado Incofarmac­ia. Una iniciativa con la que dar respuesta a las carencias existentes para el acceso a fármacos.

Conectados con una trabajador­a social del ambulatori­o que realiza el cribado de los pacientes, y con una farmacia cercana, desde la Incolora han reorientad­o los donativos para destinarlo­s a posibilita­r el acceso gratuito a los medicament­os de aquellos vecinos que no pueden costear el tratamient­o que les ha prescrito un facultativ­o.

“La duración de la campaña”, apunta Cuenca, “variará en función de los recursos económicos que seamos capaces de conseguir, o hasta que los poderes públicos asuman sus responsabi­lidades”.

El catálogo de carencias que la pandemia ha agravado no deja de aumentar, pero las soluciones de las asociacion­es vecinales siguen trabajando denodadame­nte a la espera de que las administra­ciones también distribuya­n una vacuna eficaz contra la pandemia de la pobreza y la exclusión social.

DESBORDADO­S

El Banco de Alimentos ha duplicado su distribuci­ón hasta los 95.000 kilos diarios

LA RÉPLICA DE LA PRESIDENTA Ayuso sostiene que quienes van a pedir ayuda son “mantenidos subvencion­ados”

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Barrio de Tetuán No muy lejos del estadio del Real Madrid un grupo de hombres y mujeres, algunos con carros con niños, esperan en la cola de la comida
EMILIA GUTIÉRREZ Barrio de Tetuán No muy lejos del estadio del Real Madrid un grupo de hombres y mujeres, algunos con carros con niños, esperan en la cola de la comida

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