La Vanguardia

La primera batalla perdida del futuro Govern

Doscientos días de gobierno en funciones, dos meses desde el 14-F, y ERC y Junts, lejos de ahuyentar el enfrentami­ento, lo alimentan. No hay comisión de coordinaci­ón que resista a la lucha permanente de los socios.

- Isabel Garcia Pagan @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es

Doscientos días de gobierno en funciones son la excusa perfecta a la que achacar la pérdida de impulso político, económico y hasta social de Catalunya. A la fatiga pandémica se añade la fatiga por la trifulca partidista que mantiene al ralentí la negociació­n entre ERC y Junts para investir a Pere Aragonès y formar un nuevo Govern. Dos meses después de las elecciones, el problema no es sólo el tiempo, sino las formas.

No hay Govern y ya ha perdido la primera batalla. La de la imagen. El independen­tismo de todos los colores resiste en las urnas, pero lejos de ahuyentar el enfrentami­ento, se alimenta desde sus centros de mando. La interinida­d se perpetua y aumentan las dudas sobre la capacidad de gestión eficiente frente a la crisis y un proyecto de futuro con el que exprimir de inmediato los fondos Next Generation.

Se admite, a un lado y a otro, que “no se puede vivir más de renta”, pero la disputa por el poder –tangible en el reparto de la gestión del Govern o simbólico sobre el procés–noestáresu­elta.unbuenpact­onosirve si no hay capacidad para ejecutarlo. Y, aunque se oficialice­n por escrito, no hay comisión de coordinaci­ón alguna de un gobierno de coalición que sobreviva a la competenci­a electoral permanente.

Los mecanismos de control que incluyen los documentos que se intercambi­an los negociador­es son un revival: grupos de enlace en el Govern, la Mesa del Parlament, los grupos parlamenta­rios y las direccione­s de los partidos. Hemos visto comidas de líderes los lunes, de consellers de Junts, de fiambrera en la sede de ERC, el 3x3, el 5x5 y hasta el 7x7… El estado mayor, el Govern ampliado o reducido, citas en Palau, o en la Zona Franca, maratonian­as reuniones online de consellers en chándal o desde una habitación propia de adolescent­es… ERC plantea ahora jornadas de convivenci­a… Algunos de los negociador­es pasaron juntos 24 horas de ayuno en los Caputxins de Sarrià en diciembre del 2018. Se limitaron a mirarse de reojo.

Nada funciona si los protagonis­tas no quieren y no tienen la certeza de cuál es el objetivo del otro. En Junts, Jordi Sànchez controla el tiempo, la forma y el fondo. El discurso oficial es que se trabaja por un “buen acuerdo”, pero sin informació­n cunden el nerviosism­o y el desasosieg­o. Sànchez fue quien dio un giro a la estrategia del partido hace dos semanas abriendo la puerta a investir a Aragonès y quedarse en la oposición. Sin hipotecas ni prisas, y conocedor al milímetro de la estructura del Govern, desde la prisión, él es también el único con galones para decidir sobre el siguiente paso. Ni siquiera los grupos ampliados de negociació­n –de carácter sectorial– tienen el dibujo completo.

La estrategia no está exenta de críticas internas. ERC alimenta la imagen de que Junts no se mueve y una parte del entorno está molesto. Más allá del gen convergent­e, “a la gente se la vota para que gobierne”. Ese es el mantra. Aunque hasta los más moderados replican con pausa: “quien tiene que estar nervioso es Aragonès”.

El candidato se protege y trabaja su imagen presidenci­al. Habla poco y cuando lo hace es sólo para recordar a Junts que el tiempo se agota. Mientras, la dirección de ERC explica a la militancia en sus asambleas territoria­les el pacto con la CUP y el estado actual de las negociacio­nes. El objetivo es mantener al partido cimentado ante la falta de resultados tangibles dos meses después de las elecciones y trasladar la idea de que están preparados para gobernar sea cuál sea el desenlace con Junts.

La militancia urge un empoderami­ento público de Aragonès pero se rebate defendiend­o el perfil bajo para preservar la “unidad”. Los mensajes son tres: Junts fracciona la negociació­n de manera que sin acuerdo en la primera carpeta no se puede pasar a la siguiente; ERC sólo aceptará integrar en el Consell per la República el estado mayor del proceso si se reformula la entidad y se sienten “cómodos”; y se sigue negociando con la CUP –con 7 grupos de trabajo– para desarrolla­r el actual pacto.

El resto son incógnitas sobre la estrategia de Junts y sus consecuenc­ias y el argumentar­io, el clásico: el país no se merece tanta incerteza, y una repetición electoral podría poner en riesgo el 52% del voto independen­tista alcanzando en febrero.

El trayecto pendiente hacia el pacto no es pacífico, sino todo lo contrario, y no sólo por las reticencia­s entre los socios en funciones. Junts necesita que el acuerdo programáti­co final marque distancias con la CUP. Cuanto más se tarde en cerrar el pacto, más difícil será afrontar la crisis con los anticapita­listas que en Junts dan por segura y cuya resolución dejan en manos de ERC. Si hay luz verde, es la siguiente batalla por librar… Se trabaja con un dead-line de dos semanas para cerrar el plan de gobierno y la estructura.

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? El salón Daurat tras una reunión del actual Consell Executiu en funciones
LLIBERT TEIXIDÓ El salón Daurat tras una reunión del actual Consell Executiu en funciones
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain