Filtraciones y/o exclusivas
En la pandemia saber comunicar la incertidumbre es complicado
Quería escribir sobre la polémica de Javier Cercas nacida y elevada en Twitter (planta alcantarillado) y aumentada por el autor fuera de la red, pero Sergi Pàmies escribió anteayer en
La Vanguardia un artículo, Intransigencia, que suscribo en su absoluta totalidad. Twitter es curioso: solo tiene un 14 por ciento de seguimiento, pero nos encanta discutir de ello (ayer cinco artículos en las páginas de Opinión eran de esta red).
La comunicación vive una etapa de reinvención en que los errores son mostrados con más acritud y volumen que los aciertos (y aquí las redes son lesivas). Por ejemplo: en la pandemia comunicar la incertidumbre es complicado, es información inflamable, y por tanto, hemos de saber cómo amasar el material. Vivimos una época de disparidad de criterios donde los perjuicios de la vacuna tienen más espacio informativo o más portavoces que los beneficios.
Estos últimos meses los medios somos víctimas de un baile comunicativo del Govern repartiendo exclusivas de las decisiones del Procicat horas antes de hacerlas públicas en unas ruedas de prensa que se vuelven inservibles. El sistema operativo es sencillo: a primera hora de la mañana de determinado jueves y/o viernes en algún medio catalán recibimos una exclusiva (si la suelto yo) o filtración (si lo hace otro). La información es relevante porque anuncia alguna decisión del Procicat para los próximos días. A partir de la información ese medio pasa a ser citado (depende del grado de generosidad de los otros, aunque ya nos conocemos todos) y se generan estados de opinión creados por las tertulias que a esa hora se inician en la mayoría de las opciones audiovisuales. Si multiplicamos cuatro tertulianos por cinco medios más sus moderadores, a menudo convertidos también en opinadores (lo confirmo), una veintena de personas generan un alioli de opiniones, generalmente críticas, con el Govern. Si añadimos el efecto multiplicador del 5% de la sociedad en Twitter, parimos un microcosmos surrealista de una inmensa minoría para una información que afecta a una absoluta mayoría. Es decir, que a primera hora de la mañana (que es cuando deberían convocarse las ruedas de prensa), un medio y los que van a rebufo, veinte tertulianos y doscientos tuits generan un lodazal sin sentido por culpa de un bocas que, a cambio de que no hablen mal de él o simplemente por la vanidad del conocimiento (“si no sé nada, demuestro que soy un imbécil”), ha soltado una exclusiva y/o filtración horas antes de la rueda de prensa. Periodismo para periodistas y políticos, ergo, la debacle comunicativa.