La Vanguardia

Rocío, ‘again’

- Pilar Rahola

Adiferenci­a de algunos colegas que, para hablar del tema del momento, se descuelgan con aquello de “estaba haciendo zapping...”, yo no tengo ningún reparo en confesar mi culpa: he visto la mayoría de los capítulos en los que Rocío Carrasco habla de su largo periplo de malos tratos.

No solo me parece uno de los testimonio­s más impactante­s de la televisión, sino que creo que es un mazazo a la conciencia colectiva de la violencia de género. Sin ir más lejos, los servicios que atienden a las mujeres maltratada­s informan de un gran aumento de denuncias a raíz de la serie, y el debate que se ha abierto tiene una dimensión hasta ahora desconocid­a. Además, la fuerza emotiva de Rocío y el desgarro interior que transmite crean un impacto social que va más allá del simple debate legal, y obligan a un ejercicio de autocrític­a colectiva. Como escribí al inicio de la serie, a Rocío le falló todo el sistema durante 25 años, y al final ha sido la televisión la única denuncia eficaz que ha encontrado. Cabe añadir, nobleza obliga, que el equipo dirigido por Óscar Cornejo ha extremado la sensibilid­ad narrativa del documental y el producto es de una factura profesiona­l indiscutib­le. También es notable el intento del espacio presentado

por Carlota Corredera de huir del corrillo de comentaris­tas al uso, e intentar miradas y voces de otro nivel. Con la salvedad de alguna Lidia Lozano de turno, que no entiende nada de lo que está ocurriendo, y se desespera intentando no ahogarse en el naufragio de su desastre profesiona­l. Pero en conjunto, sinceramen­te creo que el documental Rocío, contar la verdad para seguir viva es un producto de alto nivel televisivo y de profunda carga social.

Pero como lo bonito dura poco, el resto de programas de la cadena que se alimenta del documental está derrapando a gran velocidad hacia los pantanales más embarrados. Por un lado, sacan a todos los vivales del clan familiar a meter la pezuña, y por el otro fichan para participar en un reality ala mujer del ex de Rocío –es decir, el ser objeto de su denuncia pública–, y a su hija como comentaris­ta, con la única intención de alimentar los bajos instintos. Y así la fusión entre la denuncia seria por malos tratos y el entretenim­iento más cañí se perpetra, para desgracia de la primera. Si añadimos las tardes de Sálvame, el desastre se completa. Nuevamente es una frivolizac­ión viscosa de un tema gravísimo que afecta a la vida y a la muerte de miles de mujeres. Por un lado, nos sacuden la conciencia con una denuncia brutal, y por el otro mercadean sin vergüenza con su desespero.

Es la fusión entre la denuncia por malos tratos y la frivolidad viscosa

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain