Los recelos del gremio ante el urbanismo táctico
La tendencia del gobierno de la alcaldesa Ada Colau a pintar de colores la ciudad también despierta algunos recelos entre los taxistas. “Las ciudades han de cambiar para combatir la contaminación –dice Alberto Álvarez, alías Tito, de Élite Taxi, la principal asociación de profesionales del sector–, y nosotros no nos oponemos a estos cambios, ni tampoco al urbanismo táctico, pero no nos gusta que el Ayuntamiento altere continuamente las paradas de taxi para dar cabida a un carril bici sin preguntarnos nada. ¿Acaso no entendemos de paradas? Y encima lo hacen sobre plano, sin ponderar las consecuencias”. Es un reproche que viene de lejos. Los dameros, esa especie de pasos de cebra sobre el carril bici que da prioridad al peatón y que no se inventaron ayer, nunca gustaron a los taxistas como vía de acceso a sus vehículos. Además, muchos de ellos se sienten víctimas colaterales de la guerra que el gobierno municipal emprendió contra el coche. Los chaflanes del Eixample han sido tradicionalmente uno de los mejores espacios para dejar a los clientes. En las calles con aceras ampliadas –Consell de Cent, Rocafort...–, ahora están atestados de contenedores de basuras y barreras New Jersey flanqueando nuevas terrazas. “¿Y por qué están haciendo carriles bus por donde no pueden ir los taxis?, –se pregunta Álvarez–. Los usuarios del taxi tienen los mismos derechos que los del bus, ¿o no somos parte del sistema de transporte público?”.