Un central noble
El uruguayo Pini fue un clásico del gran Sabadell de finales de los 60, cuando el club arlequinado se asentó en Primera División bajo la presidencia del industrial lanero Ricardo Rosón y la pericia de un exfutbolista vasco, Bernardino Pérez Elizarán, alias Pasieguito, en el banquillo durante ocho temporadas consecutivas (1964-1972), primero en la Creu Alta y luego ya en la Nova Creu Alta.
En los mejores años de aquel Sabadell que acabó cuarto de la Liga en 1969 y se abrió al fútbol europeo en la Copa de Ferias se aposentó un cuarteto defensivo inexpugnable que era garantía de éxito y se citaba de corrido: Martínez, Isidro, Pini, Arnal.
Pasieguito hizo su carrera futbolística en el Valencia y tenía especial predilección por los jugadores surgidos de la cantera de Mestalla. Ahí estaba pues el valenciano José Martínez, el jugador con más partidos disputados en Primera con los arlequinados, y en los laterales se situaban el exmadridista Isidro Sánchez García-figueras (casado con Carmen, la hermana de Lola Flores, y padre de Quique Sánchez Flores) y otro valenciano, de Manises, Alberto Arnal, quien reforzó al Barça en una gira por Norteamérica que le permitió conocer Nueva York y Chicago.
Aquel bloque lo soldaba el experimentado Pini, un central contundente pero noble (jamás expulsado), de calvicie incipiente y consiguiente eficacia, como señala el tópico, en el juego aéreo. Conocido como la muralla y amigo de subir al remate en los minutos finales de partidos que se jugaban ya a todo o nada.
Nacido en Fray Bentos, Uruguay, Pini llegó al fútbol español con 24 años para jugar en el Valladolid, un equipo que a principios de los sesenta del siglo pasado fue puerta de entrada de futbolistas uruguayos de clase, como los futuros barcelonistas Benítez o Endériz. En el Valladolid, Pini se encontró con Ramallets en el banquillo y en una primera temporada fabulosa consiguieron acabar cuartos, la mejor clasificación de la historia del club blanquivioleta.
Al año siguiente, ya sin el exportero blaugrana, el Valladolid cayó a Segunda y un año más tarde Pini cambió de aires y pasó al Mallorca, donde se cruzó con otra vieja gloria blaugrana como entrenador, César Rodríguez. Finamente, en 1967, recaló en Sabadell, donde acabó estabilizando su vida profesional y personal.
Pini llegó al Sabadell ya con 29 años y una valiosa experiencia que le hizo insustituible en el once titular. A pesar de que no podía jugar la Copa por su condición de extranjero (hasta que se nacionalizó español en 1969) Pini sigue siendo hoy en día el jugador extranjero con más partidos disputados en el Sabadell, 170.
En una época en la que los defensas centrales raramente abandonaban su posición, Pini acertó con el marco contrario en tres ocasiones, siempre en los últimos 10 minutos y siempre con el marcador en contra, buscando un gol a la desesperada. Lo hizo con el Valladolid para anotar el empate a 2 ante el Elche en el minuto 85 y ante el Tenerife, en Segunda, para situar el victorioso 2-1 en el marcador, en el 83. Con el Sabadell es recordado el gol que consiguió ni más ni menos que en el Bernabeu, ante el Madrid de los Velázquez, Pirri, Amancio... Fue en marzo de 1971, para maquillar un 3-0 con el gol del honor ante el portero Junquera, en el minuto 80. Un remate de cabeza tras lanzamiento de falta.
Pini echó raíces en Sabadell, donde nacieron sus hijos Néstor y Eduard, y siempre se ofreció a colaborar con el club.