La Vanguardia

Pobre Joanot

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Ahora que Màrius Serra ha publicado la magnífica adaptación al catalán actual de la obra de Joanot Martorell, resulta que Tirant lo Blanc ya no es de todos los que hablamos la lengua en que nos saludamos diciendo bon dia. Tanto da que en cualquier asignatura de literatura catalana se estudie al mallorquín Ramon Llull, al valenciano Joanot Martorell, el aragonés Jesús Moncada o el rosellonés Joan-lluís Lluís. Se ve que ahora el Partido Popular del País Valenciano quiere que cada comunidad autónoma tenga su literatura. Así, pongamos por caso, el alumnado de Andalucía solo estudiará a escritores andaluces.

Eso es lo que se desprende de la queja que esta formación formuló a la Biblioteca Nacional de España por el título de la exposición La luz de la Edad Media de la literatura catalana. Resulta que en esta muestra de manuscrito­s iluminados de autores como el gerundense Francesc Eiximenis o el mallorquín Ramon Llull, hay fragmentos leídos por personajes como el director teatral Lluís Pasqual, de Reus, que dice en voz alta Tirant lo Blanc, del escritor Joanot Martorell, que, por desgracia, era de Gandia.

Porque, ¿qué es la literatura catalana sino la escrita en catalán-valenciano-balear, dicho a la manera de mosén Antoni Maria Alcover? ¿Alguien habla de literatura extremeña cuando se hace referencia a Javier Cercas? La informació­n precisa requiere ser respetuosa con el conocimien­to y no subyugarla a intereses políticos o a sentimient­os patriótico­s. Para colmo, ante las críticas y el revuelo en las redes sociales, la Biblioteca Nacional de España pidió disculpas en Twitter y habló de “las lenguas vernáculas utilizadas en los antiguos territorio­s de la Corona de Aragón”. ¡Viva el eufemismo para no llamar a las cosas por su nombre! Como mínimo, parece que el título de la exposición se mantiene.

En la edad media, en Francia acabaron de discernir la división lingüístic­a tomando como referencia el adverbio afirmativo de cada lengua. Así, en el norte hablaban la lengua de oíl, y en el sur la lengua de oc. Tanto oíl como oc significab­an ‘sí’, y así se entendiero­n. Del adverbio oc derivó occitano, una lengua que fue de primera magnitud, a la que debemos toda la poesía trovadores­ca, pero a la que el Estado francés ha aniquilado hasta dejarla en testimonia­l. Suerte que aún se habla con cierto vigor en Val d’aran.

Quizá la nueva ley francesa de protección patrimonia­l de las lenguas regionales permitirá una cierta recuperaci­ón del occitano y el catalán al norte de los Pirineos. ¡Ojalá! Y quizá en el caso del catalán deberíamos recurrir al sistema de la lengua de oíl y la lengua de oc y optar por llamarlo “la lengua del bon dia”, y dejar de soltar estupidece­s, impropias de una democracia plena.

El catalán son “lenguas vernáculas utilizadas en los antiguos territorio­s de la Corona de Aragón”

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