El interés general entre los votos y las carteras
El anuncio de una Superliga europea de fútbol con clubs de élite irrumpe en la agenda de la actualidad con la voluntad de competir con temas tan urgentes como la pandemia, los abismos del negacionismo, la desobediencia etílica de parte de la población, la parálisis política catalana o el furor electoralista madrileño. El impacto de la noticia obliga a intervenir incluso a jefes de Gobierno como Emmanuel Macron y Boris Johnson, contrarios a la iniciativa. Es lógico: los políticos buscan los votos de la gente mientras que la Superliga busca la cartera de la gente.
En la Cope, Carlos Herrera entrevista a una pionera del populismo castizo: Esperanza Aguirre. Insiste en descalificar al candidato socialista Ángel Gabilondo y en condenarlo a la etiqueta de telonero. Gabilondo ha quedado limitado por la presencia en campaña de Pedro Sánchez y por un autorretrato poco convencional al anunciarse como “soso, serio y formal”. En el mundo actual, son virtudes anacrónicas, casi grotescas. Es una de las razones por las cuales Isabel Díaz Ayuso va ganando propulsión mediática, porque en vez de intentar gustar a los programas de análisis e información política, adopta todos los tics de los realities y las tertulias futbolísticas más fanatizadas.
A Ayuso le basta con practicar una informalidad frívola y espectacular para conectar con las preferencias del negocio de una actualidad que funciona de un modo bastante parecido a la que acompañará la nueva Superliga. Un hecho insólito: que Jaume Roures, una de las personas que mejor conocen el contexto futbolístico, sea entrevistado en TV3 para hablar de la noticia futbolística y económica del día y, al mismo
Esperanza Aguirre es la pionera del populismo castizo de Isabel Díaz Ayuso
tiempo, del estreno de una serie sobre el juicio del procés de autoría inequívoca: “Una serie de Jaume Roures” (escrita y dirigida por Lluís Arcarazo). La potencia del fútbol y la entrevista de Jordi Évole a Miguel
Bosé (La Sexta) devoran parte de la posible repercusión de la emisión de los primeros capítulos de una serie documental que quizá sería más interesante para una audiencia que no conozca tanto los detalles del procés como la de TV3, que tiene un máster en la materia.
Es una forma de entender la realidad y la historia catalana reciente con la que no todo el mundo comulga. En el libro Les ciutats interiors (Ed. Galaxia Gutenberg), Lluís Bassets escribe: “Ahora me cuesta mirar TV3, convertida definitivamente en la Fox de un independentismo desatado y desvergonzado y de un Gobierno irresponsable y pérfido”. La pregunta es: si no miramos TV3, ¿podemos entender el laberinto cultural, económico y político de nuestro país?