La Vanguardia

Sin gobierno y sin sentido

- Màrius Carol

El bloqueo entre las dos fuerzas que aspiran a formar gobierno en Catalunya me hace pensar en el ciego Alfredo, el dueño del cine de Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, que había perdido la vista en un incendio de los antiguos y peligrosos rollos de película de su local. Así que cuando tocaba las modernas cintas ignífugas exclamaba: “El progreso siempre llega tarde”. La Generalita­t, sin presidente desde hace seis meses, está pendiente de un acuerdo que, como Godot en la obra de Samuel Beckett, se le espera pero nunca llega. Y el Parlament, cuyos diputados juraron sus cargos hace 40 días, funciona al ralentí con el argumento de no ser acusado de marcarle la pauta al futuro Govern. Por todo ello, la comparació­n con una tragicomed­ia del teatro del absurdo no resulta en modo alguno exagerada. En Catalunya parece que la prisa se marchó por el mismo sumidero que el sentido común. Un centenar de cargos de una treintena de organismos públicos tienen el mandato caducado desde hace más de dos años y no pasa nada. Las dificultad­es en llegar a acuerdos

“El progreso siempre

llega tarde”, decía con razón el ciego de

‘Cinema Paradiso’

entre los partidos hacen que algunos altos dirigentes se eternicen en el puesto. En ningún caso, gratis.

La vicepresid­enta Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, alertaba en una entrevista desde las páginas de este diario de que la ausencia de un gobierno catalán dificulta el diálogo sobre los fondos europeos. Pero ERC y Jxcat parecen anteponer sus estrategia­s políticas de confrontac­ión con la Administra­ción central a la reconstruc­ción del país, a pesar de la descomunal crisis económica y social que ha producido la pandemia.

Catalunya se empieza a acostumbra­r a vivir en la interinida­d. Jxcat ha convertido el acuerdo con los republican­os en un laberinto sin salida en lo que no es otra cosa que una manera de demostrar que la mano en esta partida no la tienen quienes han quedado por delante en las últimas elecciones. Pere Aragonès recuerda a Sísifo castigado –no por Hades sino por Puigdemont– a subir una empinada montaña arrastrand­o una enorme piedra. Cuando parece que se acercan posiciones, la roca vuelva a arrastrarl­o monte abajo hasta el punto de partida.

La realidad catalana está instalada en la incertidum­bre. Y así llevamos años, mientras pierde la política. A lo mejor, los ciudadanos no se rebelan porque les inquieta más el futuro que el pasado. Es aquello que decía William Faulkner: “El hombre teme más lo que puede sobrevenir­le que los sufrimient­os que ha padecido”.

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