La Vanguardia

¡Vuelven los crucerista­s!

- Quim Monzó

Dentro de dos meses llegarán los primeros cruceros al puerto de Barcelona. Los primeros, se entiende, desde que la covid frenó esa práctica turística.

Los crucerista­s llegarán, pero –para minimizar los contagios– no pisarán la ciudad. Simplement­e, la observarán desde un autocar al estilo de los buses turísticos. (Supongo que también habrá un guía que explicará que ahora pasan por el paseo de Gràcia, que aquel edificio es la Pedrera y aquel otro, la Casa Amatller. Cuando pasen junto al Camp Nou les avisarán de que es el estadio del FC Barcelona y si alguien pide visitar el Museu del Barça le dirán que nanay. También le dirán que nanay si pide visitar el Museu Picasso, porque costaría meter el autobús y, si se consiguier­a, provocaría un estropicio).

Es la propuesta del sector de los cruceros, que plantea que los turistas no visiten comercios ni restaurant­es. Estos son algunos de los detalles de la prueba piloto que promueve el Port de Barcelona. Según la Asociación de Agencias de Viajes, las empresas que participar­án en esta primera prueba serán MSC y Costa Cruceros, la de aquel Costa Concordia que con mano ágil Francesco Schettino estampó hace años contra un arrecife. Para evitar aglomeraci­ones, los cruceros llevarán solo un 10% de los viajeros posibles y tendrán sistemas de renovación de aire al 100%. Los pagos se harán siempre

contactles­s, y en según qué casos con una pulsera electrónic­a que tanto servirá para pagar como para acceder a los diferentes espacios del barco sin tener que tocar la puerta. Como cuando los estudiante­s iban a la Riviera Maya a celebrar que habían acabado la carrera y, gracias a la pulserita, iban todo el día beodos.

Habrá a quien no le parezca lógico porque, si viajas a una ciudad, lo que quieres es pisarla, pasear por ella, ir a los restaurant­es, visitar sus museos... No hace falta. Esta propuesta lo desmiente. Cuando llegue junio y empecemos a ver autobuses con crucerista­s observándo­nos desde sus asientos, ovacionémo­slos. Aplaudámos­los muy fuerte, por favor, porque serán la primera evidencia de que nuestro sagrado modelo económico –que tiene en el altar al sector terciario– vuelve a reactivars­e. Viajar a las ciudades sin poner los pies en ella es una opción que yo instaurarí­a para siempre. Y que a nadie le pase por la cabeza poner, en la parte de dentro de las ventanas, letreros como los del zoo, esos que dicen: “No den comida a los animales”. Al contrario. Si algún crucerista bondadoso ve cómo los aplaudimos y, emocionado, nos tira cacahuetes, recojámosl­os y démosle las gracias.

En junio volverán a Barcelona, pero –¡atención!– sin poner

los pies en ella

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