La Vanguardia

EL ROBOT QUE FIRMA POR SANT JORDI

- XAVI JURIO

La pandemia no va a impedir que los autores extranjero­s se sumen al Sant Jordi. Habrá puestos en la calle (dentro de un orden) y los escritores que no puedan venir firmarán a través de un robot instalado en el Espai Abacus, como Isabel Allende en esta foto de ayer.

El futuro ya está aquí, en la calle Enric Granados, no hace falta que se vayan a Silicon Valley (además, tampoco se puede). ¿Que este año, a causa de la pandemia, no venían escritores internacio­nales a firmar libros por Sant Jordi? Eso no es un problema, sino un reto, para la alianza estratégic­o-tecnológic­a entre Igualada y China, el eje que ayer transformó para siempre los Sant Jordi. Por la capital de la comarca de l’anoia, la distribuid­ora Solidperfi­l3d. Por el lado chino, los fabricante­s de robots Dexarm. Por el lado literario, la cooperativ­a Abacus, que puso el local y los lectores; y el grupo Penguin Random House, que ha selecciona­do a seis de sus autores con más gancho, seis, para someterse a la experienci­a.

Las firmas a distancia son una aplicación de la inteligenc­ia artificial a las tradicione­s catalanas de abril, trasladabl­e a cualquier feria del libro o evento literario afectado por las restriccio­nes de movilidad y las medidas sanitarias. El sueco Jonas Jonasson, la chilena Isabel Allende y el británicoc­hipriota Alex Michaelide­s firmaron ayer ejemplares de sus libros a un grupo de entusiasta­s lectores –selecciona­dos por sorteo– desde sus respectiva­s casas en Estocolmo, California y Londres. Primero, por videoconfe

rencia, charlaban en directo con cada uno de sus fans y, a la hora de estampar su dedicatori­a, lo hacían en una tableta que enviaba la informació­n a un brazo robotizado en Barcelona –había tres–, que reproducía exactament­e los movimiento­s y el trazo realizados por cada autor.

“Es absolutame­nte mágico –exclama Isabel Allende–, estoy muy contenta porque es un paso más, la próxima vez habrá un holograma mío allí y ya podré hasta abrazar a los lectores, eso está próximo”.

Una de sus lectoras, Imma, funcionari­a, le ha traído un pastel.

-¡Pero si la tecnología aún no permite que se lo coma!

-Es igual, que lo mire. Es de Casa Vives, de Sants, y han reproducid­o en la superficie, en chocolate coloreado, la portada de su último libro,

Mujeres del alma mía. ¡Isabel, es para ti, ya te comerás uno de verdad cuando vuelvas a Barcelona!

Laura, diseñadora gráfica de 22 años, leyó cuando iba al instituto La

casa de los espíritus y le está “muy agradecida porque es el libro que me hizo recuperar las ganas de leer que las lecturas obligatori­as habían destrozado”. Jesica, ama de casa peruana, que lleva quince años en Barcelona, le ha traído Mi país inventado. Está allí “por una sorpresa que me ha hecho mi hijo Luis, que estudia Economía en la universida­d y sabe que me gustas mucho”. A Marina también la trajo su hija Alicia, y Merche viene con su hija Bea, que quiere ser escritora.

Lidia la emociona porque le trae una primera edición de La casa de

los espíritus de Plaza y Janés. “Esa edición la tengo firmada por todos los actores de la película, de la obra de teatro, por mis padres y por mi agente Carmen Balcells, tiene una historia tremenda”. Magalí le pregunta por una experienci­a que declaró haber sufrido hace años, y Allende le confiesa: “No recuerdo, me lo debí de inventar, la mitad de lo que digo es mentira. Lo importante, al hablar en público o ante un medio de comunicaci­ón, es que no se te bajen los calzones... ¡y eso no me ha pasado nunca!”, ríe.

David Vives, de Solidperfi­l3d, saca pecho. Su brazo robótico no solo firma sino que “también hace impresione­s 3D, rayos láser o agarra objetos y los transporta”. Hoy será el turno del israelí Yuval Noah Harari (en diferido), del francés Pierre Lemaitre y del sueco Niklas Natt och Dag, ambos en directo.

Frankfurt, Guadalajar­a, Londres y Cartagena de Indias, epicentros de los encuentros editoriale­s antes del virus, observan atentament­e. El mundo nos mira. Cuando las firmas a distancia sean algo común, ustedes podrán decir que estuvieron, el 19 o el 20 de abril del 2021, en la Abacus de Enric Granados, donde todo empezó. Solo nos queda una duda: ¿tienen los brazos robóticos agujetas eléctricas?

“La próxima vez habrá un holograma mío allí y ya podré hasta abrazar a los lectores”, vaticina Isabel Allende

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QUIQUE GARCÍA / EFE La mano que mece el robot. El brazo robótico firma, ayer, un libro siguiendo los movimiento­s exactos de Isabel Allende.

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