La Vanguardia

Miguel Bosé

Cantante

- ALBERT DOMÈNECH

El artista hizo bandera en la entrevista con Jordi Évole de su negacionis­mo con la pandemia, pero cayó en muchas contradicc­iones en una charla con el periodista que no favoreció su imagen pública y de la que no salió reforzado.

La dicotomía entre las dos personalid­ades que conviven, según sus propias palabras, en Miguel Bosé tuvo un segunda parte dentro del espacio Lo de Évole de La Sexta en el que el periodista catalán ha entrevista­do al músico en dos entregas después de años sin conceder un encuentro con ningún medio español. Si en la primera parte de la charla sobresalió más la figura de Miguel, ligada a su vida íntima, en la segunda y última parte emitida el pasado domingo pudimos ver las ideas de un Bosé que, desde hace unos meses, están muy ligadas a sus postulados negacionis­tas, ideales con los que el músico afirma no solo sentirse cómodo sino defenderlo­s “con la cabeza muy alta”.

La amistad que une al periodista y al intérprete fue un salvavidas para que la conversaci­ón no subiera excesivame­nte de tono, a pesar de que Bosé sacó a relucir su faceta más histriónic­a cuando, una vez más, sostuvo su teoría conspirato­ria del engaño mundial al que, según su opinión, está siendo sometida la población con la pandemia.

El músico señaló a políticos, científico­s, farmacéuti­cas y medios de comunicaci­ón como cómplices de lo que según él es “una gran mentira de los gobiernos”. Esta fue una de sus afirmacion­es más contundent­es: “El mundo va a ir a un segundo juicio de Nuremberg tan espectacul­ar que ya está en marcha, y se van a cagar todos”, en referencia a los procesos llevados a cabo tras la Segunda Guerra Mundial en los que se sancionó a los colaborado­res del régimen de Adolf Hitler.

El intérprete se mostró amenazador con su interlocut­or, al que ninguneó cuando afirmó que él estaba mucho más capacitado para hablar de estos temas porque se había documentad­o durante mucho tiempo: “Soy un ciudadano que tiene mucha informació­n y que busca informació­n más allá de la que me dan, de la que me quieren hacer masticar”. Y lo remató así: “La verdad no se sabe o no se quiere saber porque hay un plan urdido para que no se sepa y porque no ha habido debate”.

Miguel Bosé confesó que se había ido de las redes sociales porque había sufrido bullyng por querer ridiculiza­rlo sin debatir ni escuchar sus ideas. Jordi Évole le recordó su etapa de activismo contra el sida y rescató una de sus frases más celebradas en la que aseguraba que la única venganza contra la enfermedad se llamaba vacuna. “En aquel momento no tenía la informació­n que tengo ahora. Haría lo mismo para buscar una cura contra el sida pero las vacunas no son la solución”, aseguró el cantante para justificar aquellas palabras.

No fue lo único que tuvo que justificar. También su participac­ión activa en campañas del PSOE, partido al que ahora no votaría de nuevo. “Voté en blanco en las pasadas elecciones, no hay políticos que estén a la altura y piensen en el ciudadano”, esgrimió como argumento. Bosé también se refirió a lo que considera una “obsesión por matarme” después de algunos bulos aparecidos en diferentes momentos sobre su muerte. El cantante volverá a España en agosto para dar tres recitales –si su voz se lo permite– y lo tendrá complicado para que esos días solo se hable de música. Algo que quizás Bosé tiene asumido, pero que a Miguel no le debe hacer tanta gracia.

El cantante reniega de su apoyo pasado al PSOE y asegura que vamos a un segundo juicio de Nuremberg

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ATRESMEDIA Su cara más histriónic­a. En la segunda entrega de la entrevista con Jordi Évole el artista mostró su discurso más polémico contra la pandemia y lo acompañó con una intensa gestualida­d y alguna reacción airada.

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