Toca repensar el fútbol
Es sorprendente la capacidad que tiene el fútbol para captar la atención de millones de ciudadanos de todo el mundo. Desde el domingo pasado, el proyecto de la Superliga se ha convertido en la noticia más viral y ha provocado un alud de reacciones desde jefes de Estado hasta el más modesto de los futbolistas. En general, hay muchos más detractores que partidarios de la medida porque es más fácil alinearse con los más débiles que con los clubs ricos y elitistas. La presión contra el proyecto ha sido tan grande por parte de gobiernos, federaciones y la propia opinión pública, que parece que va a embarrancar.
Pero sería un error darlo por muerto. La iniciativa ha tenido la virtud de abrir el debate sobre la distribución irracional de las ganancias en el mundo del fútbol. Seguramente si no hubiera llegado la pandemia que amenaza con dejar en bancarrota a los clubs, algunos de estos no se hubieran atrevido a lanzar este órdago. Y es que no tiene ningún sentido como federaciones o ligas de fútbol han ido exprimiendo la gallina de los huevos de oro a costa de las entidades deportivas, que son las que deben pagar unas cifras cada vez más astronómicas a unos futbolistas que a su vez están cada vez más explotados por el alto número de partidos que juegan. La consigna está clara: que la fiesta no pare. Y es que año tras año, se inventan nuevas fórmulas imaginativas para alargar las competiciones (el mejor ejemplo en España es la fase final de la Supercopa) o se opta por aumentar el número de equipos en las diferentes ligas. Los clubs se ven obligados, además, a ceder gratis a sus futbolistas a las respectivas selecciones, que también experimentan un aumento del número de partidos para obtener más ingresos por derechos de televisión. Y así acabamos viendo fases finales de la Copa del Mundo con 32 equipos como sucedió en Rusia en el 2018.
A los clubs no les salen los números y han querido acabar con estasituación.suerrorhasidoenlasformas.loquepareceseguroes que este debate va a propiciar un cambio en el actual sistema donde la FIFA y la UEFA imponen sus condiciones.
La burbuja ha pinchado y ya no da más de sí. Ahora toca repensar el fútbol y que todo sea mucho más racional.