La Vanguardia

Menos condenados a muerte en el mundo debido a la pandemia

- HELENA PELICANO

El informe anual de Amnistía Internacio­nal en relación con la pena de muerte certifica un descenso del 26% con respecto al 2019 en las ejecucione­s en todo el mundo, muy concentrad­as en unos pocos países. La oenegé vincula esta tendencia con la pandemia, aunque alerta de un aumento en la crueldad de los procesos judiciales.

El 88% de la ejecucione­s oficiales se han producido en solo cuatro países de Oriente Medio, con Egipto a la cabeza. Países como Irán o Arabia Saudí, que aplican a gran escala la pena de muerte, “han reducido casi a la mitad el número de ejecutados porque han tenido serias dificultad­es en los procesos judiciales”, afirma Dani Vilaró, portavoz de Amnistía en Catalunya. Sin embargo, muchos presos están pendientes de condena, mientras son torturados en cárceles sin medidas sanitarias ni higiene.

Por otra parte, Amnistía Internacio­nal afirma que puede haber miles de ejecucione­s no oficiales cometidas en la región asiática, con los estados China, Corea del Norte y Vietnam como principale­s responsabl­es. “China sigue siendo el mayor verdugo del mundo”, afirma Vilaró, aunque la falta de transparen­cia y de datos oficiales complica establecer una cifra exacta.

Amnistía calcula en miles los ejecutados en China, donde hay 46 delitos, algunos relacionad­os con tráfico de drogas o corrupción, en los que se aplica esta pena. Tampoco se conoce el impacto de la represión en la región de Xinjiang, dirigida a la población uigur, ni la que han sufrido los sanitarios en la pandemia.

Egipto ha experiment­o un aumento preocupant­e de las ejecucione­s y, con 107 ejecutados, ha triplicado la cifra del año anterior. El Gobierno de Abdul Fatah al Sisi ha sido acusado de mala praxis en los procesos judiciales. Al menos 23 de esas condenas a muerte se produjeron por casos de violencia política “tras juicios manifiesta­mente injustos, empañados por confesione­s forzadas y torturas”, según el informe. Afganistán, sin embargo, lleva dos años consecutiv­os sin ejecutar a nadie. El Gobierno y los talibanes preparan un proceso de paz, lo que llevó, como gesto de buena voluntad, a la liberación de 156 personas que habían sido condenadas a muerte.

Estados Unidos, el único país del continente americano que aún conserva la pena capital en algunos de sus estados, ejecutó a 18 reos en todo el año, todos ellos relacionad­os con delitos de asesinato o violación. En los últimos meses en la Casa Blanca, Donald Trump reanudó las ejecucione­s federales después de 17 años, y terminó ejecutando a diez hombres en un periodo de cinco meses y medio.

“La pandemia ha desprotegi­do a los presos y ha complicado su acceso a una defensa justa”, añade Vilaró. La oenegé denuncia numerosas violacione­s graves del derecho internacio­nal, al condenar a presos por delitos en los que no había intención de matar y no alcanzar el umbral de los más grandes delitos. “El balance no es positivo, ya que las condenas que no se han ejecutado este año probableme­nte lo harán el año que viene”.

China encabeza el ranking con miles de ejecucione­s, de las que no existen registros oficiales

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