La Vanguardia

“Ha valido la pena pagar a Turquía”

Maciej Popowski, director general de Vecindad y Ampliación de la CE

- MARINA MESEGUER

Pocas veces un sofá ha dado tanto de qué hablar. El incidente ocurrido durante la visita de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a Ankara puso sobre la mesa algunos de los talones de Aquiles de la UE. Por un lado, sus problemas crecientes para ser tratada como una igual por ciertos vecinos. Por otro, la complicaci­ones del reparto de poder en el seno de Bruselas. El director general de Vecindad y Ampliación de la Comisión, Maciej Popowski, sostiene que el sofagate forma parte “por desgracia” de la vida diplomátic­a. Popowski presentó la nueva agenda de vecindad con los países del sur del Mediterrán­eo en una conferenci­a del Euromesco en Barcelona.

¿Cuál es el motivo para renovar la estrategia? ¿Ha fallado algo?

Queremos construir una colaboraci­ón, que no sean los burócratas de Bruselas los que les digamos a nuestros vecinos lo que tienen que hacer sino que nos digan lo que esperan e intentar cumplir sus expectativ­as.

La agenda asume que la UE comparte con los vecinos del sur intereses y preocupaci­ones. Con la gestión europea de la inmigració­n, ¿quién se necesita más?

Es un espacio común, la inmigració­n no es lo único que nos vincula, pero es un reto. Los países en el sur son de origen y de tránsito. Es por nuestra seguridad y la suya que tenemos que unir fuerzas para manejar la situación. Queremos que nuestras fronteras estén protegidas de una forma eficiente, pero siguiendo las leyes internacio­nales, sin hacer daño a nadie.

¿Cómo podemos asegurarno­s de que nuestros vecinos siguen las leyes internacio­nales?

La situación ha mejorado, pero hablamos de países muy distintos. Marruecos, por ejemplo, es un Estado con institucio­nes fuertes. En

Libia, en cambio, la situación sigue siendo crítica, con mucha gente en campos de detención, más de 3.000 en estos momentos. Pero en el 2017 y el 2018 eran 20.000. Ha disminuido porque la UE ha ayudado a la Organizaci­ón Mundial para la Inmigració­n a retornar a estas personas.

Las cifras bajan, pero pagamos a países que muchas veces practican devolucion­es que no respetan los derechos humanos. ¿Cuál es el precio moral?

No quisiera restar importanci­a a las considerac­iones morales, pero me pregunto cuál es la alternativ­a. ¿Nos desentende­mos porque no nos gusta lo que pasa y dejamos que más gente muera? Cuando los guardacost­as libios rescatan a personas en el mar, esa gente no vuelve a una situación ideal, pero al menos sigue viva. Nuestra prioridad es no ver a más niños muertos en las playas. Hay algunos países, que no voy a señalar, que deportan a los migrantes a la frontera o lo hacen a la fuerza. Nosotros cooperamos con la Organizaci­ón Mundial para las Migracione­s, que forma parte de la ONU.

El viaje a Ankara debía consolidar el acercamien­to con Erdogan, pero acabó con Von der Leyen humillada y Michel criticado. ¿Sufre la UE una crisis de liderazgo?

Estas cosas ocurren en la vida diplomátic­a, por desgracia. No quiero hablar sobre el mobiliario del despacho de Erdogan. Esto ha captado la atención pública, es normal, pero nadie se ha fijado en lo que hay detrás, que es lo importante. El propósito de la visita era mostrar a Erdogan que buscamos una relación más fructífera. Turquía es un socio complejo, pero es nuestro vecino y no se va a ir a ninguna parte. A veces los turcos son críticos respecto a nuestro apoyo, pero les hemos ayudado con una considerab­le suma de dinero, 6.000 millones de euros.

Y todavía se pagará más.

Sí. Ha valido la pena. Turquía acoge a más de cuatro millones de refugiados sirios y de otras partes. Debido a la voluntad turca, pero también por nuestro apoyo, tienen una vida relativame­nte decente.

Turquía ha abierto nuevos focos de conflicto en el Mediterrán­eo. ¿Darle la llave migratoria debilita la posición de la UE?

Es una situación compleja. A veces nos han amenazado diciendo que abrirán las compuertas y dejarán

‘SOFAGATE’

“Estas cosas ocurren en la vida diplomátic­a; no quiero hablar sobre el mobiliario de Erdogan”

entrar a todos los refugiados. Hace un año tuvimos un pico de este tipo de situacione­s. Esperemos que hayamos dejado eso atrás. No obstante, la llave de la situación está en Damasco. Mientras siga habiendo guerra en Siria, la gente no volverá porque no es seguro y no queremos que nadie les obligue a volver.

Hay países europeos que no opinan igual, como Dinamarca. Hay diferentes puntos de vista, pero creo que todos saben que no podemos esperar que los sirios vuelvan ahora. Cuando haya condicione­s, estaremos felices de facilitar un regreso dignificad­o y legal.

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ANADOLU AGENCY / GETTY Popowski defiende la importanci­a de la relación de la UE con Ankara

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