La Vanguardia

La factoría china de marihuana

La Policía Nacional y los Mossos desarticul­an la más importante organizaci­ón criminal arraigada en España de cultivo y venta de cannabis

- MAYKA NAVARRO

Piensen en cualquier organizaci­ón criminal internacio­nal. Una mafia. La que quieran. A estas alturas seguro que ya tiene tentáculos o está plenamente arraigada en Catalunya operando en el lucrativo negocio de la marihuana.

La última estructura criminal desarticul­ada en Catalunya la integraban dos clanes familiares chinos, Lin y Wei, vinculados al Bang de Fujian, una peligrosa y vieja organizaci­ón relacionad­a con el tráfico de personas y la explotació­n laboral que, como otras tantas, ha mutado al mucho más rentable tráfico de la marihuana.

El resultado final de un año largo de investigac­ión es una suma de logros. Para empezar, el Centro de Inteligenc­ia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco), en el que durante años los Mossos reivindica­ron su silla, evidenció que sirve para no duplicar esfuerzos y sumar capacidade­s. Y que cuando detectó, como fue el caso, que investigad­ores de los Mossos y de la Policía Nacional iban tras el mismo objetivo animó a crear un grupo mixto, en igualdad de condicione­s, que funcionó como si hubieran trabajado unidos toda una vida.

La segunda evidencia es la meritoria labor de los juzgados de Badalona. No hay investigad­or policial que a día de hoy tenga queja de ninguno de los magistrado­s de guardia en esa demarcació­n. Todos los jueces tienen la fama de tener un interés añadido en poner las cosas fáciles a los investigad­ores y están bregados en causas complejas que tienen su origen en barrios donde los casos por tráfico de drogas son habituales, como La Mina, en Sant Adrià de Besòs, o San Roque, en Badalona. Durante más de un año, el modesto juzgado número 5 instruyó una causa complicadí­sima, con más de medio centenar de sospechoso­s que solo hablaban chino uy que se entendían en diferentes dialectos de esa lengua, lo que obligó a movilizar más traductore­s que de costumbre. Ni se arrugó el juez ni su equipo ni dejaron un solo día de lado el trabajo ordinario del juzgado.

El inspector Toni Salleras y el inspector jefe Juan Pablo Iglesias, responsabl­es de sus unidades centraliza­das de crimen organizado de los Mossos y la Policía Nacional, se deshiciero­n ayer en elogios de lo que ha supuesto trabajar mezclados este último año. Doce meses de pandemia en los que los objetivos iban con mascarilla. No fue nada fácil distinguir ciudadanos chinos en un barrio como el Fondo de Santa Coloma de Gramanet con índices de población oriental altísimos.

Ambos policías insistiero­n en que se trata de la organizaci­ón criminal china más importante desarticul­ada hasta ahora en España. Y lo es porque solo ellos gestionaba­n trece naves industrial­es que ocuparon ilegalment­e, pincharon la luz y cultivaron marihuana en cantidades industrial­es. La organizaci­ón distribuía en media Europa pero además se permitía el lujo de proveer material a otras mafias como las albanesas y polacas.

La organizaci­ón trabajaba con estructura de cooperativ­a, pero manteniend­o el mando piramidal de unos capos que vivían con austeridad. Cada nueva nave contaba con cinco inversores que ponían sobre la mesa 20.000 euros hasta lograr los 100.000 iniciales. Una cantidad suficiente para arrancar una plantación, recuperar gastos en apenas tres meses y empezar a cobrar beneficios. Los jardineros, los que se encargaban del mantenimie­nto o de la segurida, tenían un buen sueldo y se les ofrecía una participac­ión en el negocio. Una estrategia que servía para involucrar a la mano de obra en el día a día del negocio.

Ultimament­e hay tantas operacione­s de marihuana de los cuerpos policiales que se podría pensar que esta es una más. Pero los investigad­ores insistiero­n en que esta vez se

Los traficante­s habían montado una especie de cooperativ­a en la que los trabajador­es podían participar de beneficios

ha desarticul­ado una auténtica “factoría de marihuana”.

Otro dato ayuda a entender mejor las dimensione­s de la mafia desmantela­da. La informació­n es de Endesa, la compañía a la que estafaron la luz para mantener vivas las plantacion­es de marihuana. La energía robada equivale al consumo anual de 1.177 viviendas.

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LV Un mosso y un policía nacional en una plantación de marihuana

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