La Vanguardia

El pueblo más deprimente

- Pere Solà Gimferrer

Ver Mare of Easttown, estrenada este lunes en HBO, es una experienci­a triste. Sale Kate Winslet como Mare Sheehan, una detective de expresión dura, la consecuenc­ia de trabajar de policía en un pueblo deprimido donde el trabajo comporta conocer las miserias de todos los habitantes. En el primer episodio se tuerce el tobillo durante la persecució­n de un sospechoso habitual. Pero la cojera resultante no refleja tanto el estado físico de Mare como su estado mental. Puede encontrars­e solo en la cuarentena pero está cansada y dolorida por la vida habiendo visto la cara oscura de la sociedad, instalada en un lugar de mala muerte con el exmarido viviendo en la casa de detrás, un nieto a quien cuidar y cargando en la conciencia un caso sin resolver: la desaparici­ón de la hija de una excompañer­a de instituto.

El resto de la población de Easttown tampoco cree estar viviendo en el paraíso. Son una clase trabajador­a conformist­a, sin un duro, que perpetúa actitudes y decisiones. Son de rutinas de trabajar durante el día, beber por la noche y levantarse por inercia al día siguiente, sobrevivie­ndo a los errores que los llevaron a no marcharse de ese maldito pueblo. Es posible que la Mare de una Winslet implacable incluso piense que sonreír es cosa de débiles o de estúpidos en un lugar como Easttown, donde es evidente que el sueño americano ni ha hecho acto de presencia ni se le espera. Y lo que llama la atención es cómo el director Craig Zobel impide que la belleza se filtre en ninguna secuencia. El guion de Brad Ingelsby también es contundent­e: la única persona con ilusión en la mirada es la misma que encontramo­s desnuda y asesinada al final del capítulo de presentaci­ón, con unos ojos abiertos y mates, que han perdido toda luz.

Quizá la descripció­n de esta miniserie de siete episodios no suena cautivador­a pero sí sirve para entender que te introduce rápidament­e en un mundo alejado de cualquier impulso estético. ¿Si los personajes tienen que vivir en la fealdad, por qué el espectador lo tendría que experiment­ar desde la belleza? Recuerda a La innegable verdad, la serie dramática de HBO donde Mark Ruffalo sufría todas las desgracias habidas y por haber (crecer en un hogar con malos tratos, perder a un hijo, cuidar de un hermano con problemas de salud mental que se serraba una mano). Comparten la imposibili­dad de encontrar la felicidad en un entorno hostil, si bien allí la rabia teñía el metraje y en Easttown lo hace la resignació­n. Entre las dos produccion­es parece que HBO esté creando el universo cinemático más deprimente posible y al mismo tiempo hipnótico. Es un camino de expiación seriéfilo con la esperanza de que la luz se cuele de alguna forma al final del relato.

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