La velocidad se modernizaba en el deporte
Esta imagen me hace pensar en la fachada de la casa Lleó Morera, en el chaflán de la Mansana de la Discòrdia. Al proyectarla en 1903 el arquitecto Lluís Domènech i Montaner estimó conveniente realzarla con esculturas. Y con destino a la altura del primer piso, dibujó los bustos de cuatro damas modernistas que exhiben un objeto significativo: la bombilla, el teléfono, el gramófono y la cámara fotográfica. Cada uno encarnaba entonces la modernidad.
Con el fin de plasmar tales bocetos, escogió al escultor Eusebi Arnau, uno de los artistas más destacados del citado estilo, y quien también enriqueció con su creatividad el interior del piso principal, residencia de los propietarios.
El periodista y fotógrafo Josep Maria Co de Triola realizó esta imagen intencionada. Ya a principios del siglo XX destacaba en la práctica de aquellas actividades complementarias dedicadas al mundo del deporte, en no pocas de sus modalidades; e incluso en la naciente aeronáutica, con el atrevimiento de participar en vuelos.
La presente escena tiene un cierto parecido al retrato que en aquel entonces se llevaba a cabo en el estudio del fotógrafo, pues todo ha sido preparado.
Cotuvolaideadeconvocaral jinete, a los conductores de moto y coche y al piloto en un espacio que permitiera ir también acompañados con sus respectivos vehículos. La presencia del avión fue la que exigió el lugar, pues el aparato necesitaba un campo de aterrizaje.
Y no podía ser otro que el Hipòdrom, donde hacía poco tiempo se había realizado la hazaña histórica del primer vuelo tripulado de España: 1910, a cargo del francés Julien Mamet. En cierto modo Co concentra cuatro medios de transporte y que encarnan además otras tantas prácticas deportivas.
Algunos artistas se habían interesado por estas novedades. El pintor Ramon Casas se sintió atraído muy pronto por la bicicleta, con la que, junto con Santiago Rusiñol, su amigo del alma, se atrevieron a circular por aquellos caminos y carreteras tan poco preparados. Casas se pasó luego al automóvil, que al punto le cautivó. Llegó a coleccionar trece modelos. Por si fuera poco, la bicicleta y el coche le brindaron tema para dibujos y pinturas.
Pere Romeu, otro amigote de ambos pintores, concentró su interés, liberado de la servidumbre de Els Quatre Gats, en la velocidad automovilística, su nueva ocupación profesional.
No todo el mundo tenía tanta fe en alguna de aquellas novedades. La prestigiosa enciclopedia Espasa pronto abordó ambos temas. Al avión no le auguraba un futuro estimulante, pues lo destinaba solo al transporte de mercancías, mientras que el artículo sobre la bicicleta, con ribetes cómicos, parece haber sido la venganza de un autor despedido.
El Hipòdrom fue el espacio transformado en un improvisado estudio fotográfico