¿En qué sorprendente lugar descubrió Kiko Veneno el flamenco?
Kiko Veneno es sin duda alguna creador capital para entender la versatilidad y variedad de la escena musical española. Un músico que desde comienzos de los años setenta ya estaba con el oído fino y buscando siempre aquello que le interesaba y gustaba, o que le podía interesar y gustar.
Nacido en Figueres circunstancialmente por razones laborales paternas, José María López Sanfeliu personifica una de las carreras más fascinantes de la música moderna española, entendiendo moderna como aquella en constante evolución acorde los tiempos y el paso las generaciones. Un ejemplo de ello se pudo constatar justo anteayer, cuando la radio pública estadounidense NPR colgó en las redes uno de sus Tiny Desk Concert, protagonizado por C. Tangana, en donde desgranó tres temas de su recién salido álbum y el inédito Me maten, junto a Antonio Carmona. Entre los colegas que le acompañaban se encontraba Kiko Veneno, que dio vida a Los tontos, su magistral contribución al mencionado álbum, una pieza y una interpretación impecablemente modernas.
Era el mismo Kiko Veneno que comenzó su carrera musical propiamente cuando a mediados de los setenta conoció a los hermanos Rafael y Raimundo Amador, con los que formaría el mítico proyecto Veneno, combinando rock y flamenco con arte y adicción. Pero antes de que eso ocurriera, hay que volver un poco atrás, cuando con la carrera de Filosofía y Letras a medio hacer, en 1973 decidió recorrer mundo. Estuvo por Europa y luego cruzó el Atlántico, se hizo con una guitarra flamenca y comenzó a sacarle jugo a las seis cuerdas. Y fue en California –la soleada tierra del California dreamin’ y el surf– donde empezó a hacer cosillas musicales de entidad y donde descubrió el flamenco gracias a Agustín Ríos, gitano de Morón que vivía en San Francisco, casado con una americana, que daba clases y hacía shows en casas particulares.