El poder del balón
La presión de aficionados, jugadores, técnicos y gobiernos frenó la Superliga
Solo el pueblo salva al pueblo, reza la frase emblema de la solidaridad, adoptada por el planeta fútbol más sensible y comprometido para activarse desde que el domingo por la noche se anunció la creación de la Superliga. En una movilización sin precedentes, aficionados, jugadores y entrenadores, con el apoyo gubernamental disuasivo de Londres y París, han levantado la voz contra un macroproyecto futbolístico que rompía, entre otras cosas, con la meritocracia y la esencia de la máxima competición de clubs. Tres días de protestas, declaraciones, camisetas y pancartas que, de alguna manera, han dado fruto.
Lo apuntaba Gary Lineker en su romántica concepción de la lucha de clases adaptada al fútbol: “La unión de los aficionados de todas partes aseguró la noche más ganadora de la historia contra las franquicias del fútbol”, en referencia a las movilizaciones que cruzaron Inglaterra el martes. Y el resultado ha sido evidente: en solo 48 horas, los seguidores ingleses han obligado a cuatro multimillonarios, un oligarca ruso y un jeque emiratí a retirarse apresuradamente del proyecto de Superliga.
“El fútbol es para los fans” (Football is for the fans) ha corrido como la pólvora por estadios, camisetas y redes sociales. En la Liga española lo lucían ayer los jugadores del Levante, del Osasuna, del Valencia, del Sevilla o del Betis. Se unían al clamor en algunos partidos (no en el del Madrid) Laliga TV y Movistar con el logo “Gánatelo” en la rotulación. Fueron las muestras más explícitas en España, donde los aficionados estuvieron más tímidos que sus colegas ingleses, muy combativos en la calle contra los planes de los gestores de sus clubs.
Como los seguidores del Chelsea, en manos del magnate ruso Abramovich, que optó por bajarse del tren de Florentino Pérez viendo la que se estaba montando a las puertas de Stamford Bridge la afición blue. Una concentración de hinchas intentó frenar el acceso del autocar del Chelsea al estadio en el partido de la Premier, la policía tuvo que intervenir y hasta el mítico Petr Cech, ahora consejero técnico, salió a aplacar a la masa enfurecida. “La codicia es el juego, pero el dinero es el objetivo”, rezaba una pancarta entre los aficionados blue, que ayer seguían descontentos con la directiva “por el tono y la falta de sinceridad” de las explicaciones, “y por no consultar a los aficionados”, según la asociación Chelsea Supporters Trust.
Las pancartas de rechazo de los aficionados se sucedían aún ayer por toda Inglaterra. En el Villa Park de Birmingham, por ejemplo, los carteles llamaban “Codiciosos 6” a los clubs ingleses que se apuntaron al proyecto. “Pura codicia. Patea a los 6. Ganado, no comprado”, decía otra. “Beneficios antes que gloria. Levy fuera”, se veía en las inmediaciones del estadio del Tottenham, clamando contra el presidente.
Protestas de cargado tinte social, identificando la Superliga con un instrumento del capitalismo más salvaje que atenta contra las esencias del fútbol y sus aficionados, que fueron acompañadas de una oposición frontal de jugadores y técnicos de peso. Pep Guardiola expuso su rechazo argumentando que “el deporte no es deporte si no importa perder; no es justo si un equipo lucha y lucha y luego no se puede clasificar porque el éxito solo está garantizado para unos pocos clubs”. En el Liverpool, los jugadores emitieron un comunicado (“No nos gusta y no queremos que ocurra. Nuestro compromiso con este club y sus aficionados es absoluto e incondicional”) y Jürgen Klopp razonaba: “¿Por qué deberíamos crear un sistema en el que el Liverpool se enfrente al Real Madrid durante 10 años seguidos? ¿Quién quiere ver eso cada año?”. También Luis Figo disparaba contra un torneo que “solo sirve a propietarios interesados, que dejaron de preocuparse por sus aficionados hace tiempo, y con total desprecio por el mérito deportivo”.
En la Liga española, las manifestaciones de jugadores de los tres clubs fundadores escasearon. “El fútbol pertenece a los aficionados; hoy más que nunca”, tuiteaba Gerard Piqué. Y los jugadores del Atlético expresaban ayer su “satisfacción por la renuncia” del club. “Seguiremos luchando para ayudar a que el Atleti crezca a través de los valores del esfuerzo y el mérito deportivo”. Silencio desde el Real Madrid y el Barça, salvo Gerard Piqué.
R. HASENHÜTTL (SOUTHAMPTON)
Al final fue una muy buena semana para el fútbol... Fue casi la peor idea que oí en mi vida, subestimó el poder de los fans y lo mucho que aman el fútbol”
RÓBER PIER (LEVANTE)
La Superliga quita la ilusión a los equipos que luchan por los puestos europeos, acota mucho, es privada y la actual es para todos”