De entrada, Rafael Nadal sufre
El balear necesitó remontar un set en contra e invertir 2h19m para superar a Ilia Ivashka (3-6, 6-2 y 6-4)
Hace fresco en las gradas del RCTB y Rafael Nadal (34) pelea en la pista que lleva su nombre.
Es cierto que el balear había tropezado seis días atrás, en los cuartos de Montecarlo, y que esos episodios no abundan (se había adjudicado ese título en once ocasiones, tantas como en el RCTB), pero nadie esperaba algo así, una tarde de apuros de Nadal en Barcelona, en segunda ronda y ante un rival menor.
Se supone que Ilia Ivashka está de paso. Tiene 27 años, es el 111.º ATP, no tiene títulos ni finales, nadie sabe apenas nada de él. Tiene poco que ofrecer.
Y sin embargo, no se arruga.
Le rompe el primer servicio a Nadal y lleva al torneo a una nueva dimensión. –¿Y si...? –susurran en las gradas. Nadie se atreve a acabar la frase. Aquí solo habla Ivashka.
A veces, el bielorruso sirve a 225 km/h. Ivashka no falla desde el fondo de la pista y maltrata a Nadal, que no entra en el partido ni en el torneo.
Mientras el público se arrebuja bajo el abrigo, con el cielo encapotado –qué raro es este torneo a tan bajo aforo–, las cosas siguen extrañas en el RCTB.
Fabio Fognini (35), por ejemplo, dice no entender nada.
Mientras Nadal combate, el italiano monta un lío en la pista Manolo Santana. Ha encajado un rosco ante el español Bernabé Zapata –viene de la fase previa–, y ahora se maldice y parece maldecir al juez y se gana la expulsión, con 6-0 y 4-4.
–Estoy sorprendido por la decisión de la
ATP y el juez –dice Fognini–. Lo que ha ocurrido es inexplicable, creo que pago por algo que no he hecho. No estoy aquí para discutir si he hecho faltas de pie, porque las hago. Me han llamado bad boy durante muchos años, pero esta vez, cuando he encontrado lo que estaba buscando, que era luchar y sufrir como un perro por el partido, me lo han arrebatado.
No he insultado a nadie, si acaso a mí. Nadal es ajeno a las cuitas de Fognini. Nadal, y todo el público de la central. Vaya contratiempo, el suyo. Pasan veinte minutos antes de que el balear sume su primer juego. Está 1-2 abajo, y no carbura. El público se inquieta.
–Tras perder en Montecarlo, el siguiente partido siempre es difícil –dirá luego el balear–. Ivashka venía rodado y ha elevado su nivel. No jugaba como un ciento y pico, sino mucho mejor. Y yo lo estaba haciendo mal.
Se le escapa ese primer set (3-6) y debe esperar al segundo para reaccionar. Eleva el nivel e iguala el partido: 6-2.
–He cambiado la dinámica. He dejado de mostrarme dubitativo, aunque el tercer set también ha sido complicadillo. Cierto.
En el último parcial, Nadal no despega. Ivashka se aferra a su suerte. El balear solo se destapa en el séptimo juego del tercer set, al romper para colocarse 4-3, y ahí sí que el bielorruso agacha la cabeza (6-4).
–Lo importante es que he ido de menos a más. Ahora voy a tener otra oportunidad. Estoy en el proceso hacia Roland Garros. No estoy muy lejos de mi mejor versión.
LA AGONÍA
“Ivashka no jugaba como un ciento y pico, sino mucho mejor. Y yo lo estaba haciendo mal”