La Vanguardia

Igor, ‘el Ruso’

Criminal serbio

- JAVIER RICOU

El jurado ha declarado a Igor, el Ruso, culpable de tres asesinatos y lo aboca a la prisión permanente. A falta de conocer la condena que debe dictar el juez, el criminal serbio ya acumula una cadena perpetua en Italia y otros 21 años en España.

“Sean fríos y calculador­es y no se dejen intimidar por mi persona”. Son las últimas palabras pronunciad­as por Ígor el Ruso en la sala de vistas de la Audiencia de Teruel donde se ha juzgado a este ciudadano serbio (Norbert Feher) por el asesinato de un ganadero y dos agentes de la Guardia Civil en la población turolense de Andorra.

Una frase pronunciad­a con la mirada clavada en los nueve miembros del tribunal popular (podía interpreta­rse como una velada amenaza) que no parece haber amedrentad­o, sin embargo, a esos ciudadanos. Ayer se conoció el veredicto. Y es unánime.

Ígor el Ruso tiene muchos números, si no todos, de ser condenado a una pena de prisión permanente revisable después de que ese jurado popular considere probado que Norbert Feher mató a sangre fría, sin escrúpulos y con alevosía, al ganadero José Luis Iranzo y los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero.

El triple crimen se cometió el 14 de diciembre del 2017. Ígor el Ruso, –un lobo solitario egocéntric­o y narcisista, tal y como ha sido definido en este juicio– llevaba ya varios días escondido en esa zona de la provincia de Teruel, a la que habría llegado en bicicleta. Huyó de Italia en septiembre de ese año después de matar a tiros en ese país a otras dos personas.

Durante el juicio se ha sabido que Norbert Feher se escondió una temporada en València (ahí tiene, al parecer, algún conocido) y después viajó hasta Lleida para acabar en Fraga (Huesca), donde afirma trabajó unos días como temporero en la campaña de la fruta. Cobró en negro y con ese dinero continuó su particular periplo hasta recalar en Albalate del Arzobispo (Teruel), donde nueve días antes del triple crimen de Andorra disparó contra dos personas que le sorprendie­ron en el cobertizo agrícola donde se escondía. Ese recorrido se ha podido reconstrui­r gracias a los selfies que Feher se hizo con una cámara Gopro. Imágenes en las que posa con pistolas y en las que se ve también la bicicleta usada para desplazars­e.

El suceso de Albalate causó alarma entre los vecinos, pero nadie atinó a advertir a tiempo que esos hechos podían ser obra de un asesino tan calculador y frío. En el juicio quedó al descubiert­o que la Guardia Civil ni tan siquiera tenía noticia de que Norbert Feher podía estar en España. Sí lo sabía la Policía Nacional, alertada por los Carabinier­i, pero no se pasó esa alarma a la Benemérita. Cuando se tuvo toda la informació­n ya era demasiado tarde.

El veredicto emitido ayer en la Audiencia de Teruel deja claro que las tres víctimas de Andorra no tuvieron ni la mínima oportunida­d de defenderse. Feher disparó a matar contra esas tres personas (a los agentes por la espalda) y los remató para asegurarse el trabajo. Nada de legítima defensa, como sostuvo la defensa en el caso de los dos guardias civiles. Y lo hizo al verse descubiert­o en su escondite para continuar con su huida, no se sabe dónde. Choca, comprobada tanta crueldad y sangre fría, que Feher se defina como una persona muy religiosa. Ha declarado que dedica cuatro horas diarias a la lectura de la Biblia. Ahora (en Italia le aguarda otra condena de cadena perpetua) va a tener mucho tiempo para cultivar esa afición.

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ANTONIO GARCÍA / EFE Norbert Feher ha clavado su mirada en todos los testigos de este juicio

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