La Vanguardia

Entre las bombas del IRA y el Brexit

El Derry FC tuvo que abandonar la liga del Ulster por presiones de los protestant­es, y desde 1985 compite en los torneos de la República de Irlanda

- Rafael Ramos

El día más importante en la historia del Derry FC casi acabó siendo una catástrofe. Un Benfica entrenado por Sven Goran Eriksson estaba en la ciudad del Ulster para jugar un partido de Copa de Europa, en pleno conflicto norirlandé­s, cuando una llamada anónima advirtió esa mañana de la existencia de una bomba en el cementerio que hay al lado mismo del estadio de Brandywell. El partido estuvo a un tris de suspenders­e, pero el exdirigent­e del IRA y ex viceprimer ministro de la provincia Martin Mcguinness, hincha del club, tomó personalme­nte cartas en el asunto, ató el artefacto explosivo con una cuerda, lo arrastró hasta una alcantaril­la y se deshizo de él. “Es la mejor acción que he hecho en mi vida”, bromeó con el paso del tiempo.

Es de sentido común pensar que Mcguinness tenía más experienci­a en este tipo de cosas que el seguidor medio del Derry. Aunque el IRA nunca reconoció haber puesto la bomba de cincuenta kilos, que podía haber provocado una masacre, el político formaba parte de la organizaci­ón y tal vez sabía que era inofensiva, o tal vez se jugó el pellejo por su afición al fútbol como se lo había jugado en numerosas ocasiones desde que, siendo un muchacho, participó en las manifestac­iones que acabaron con la masacre del domingo sangriento (30 de enero de 1972).

Muchos protestant­es creen que tenía un revólver y realizó uno de los disparos que desataron la reacción criminal y desproporc­ionada del Ejército británico.

El partido se jugó en un Brandywell llenó hasta la bandera, los locales hicieron un papel digno pero el Benfica ganó por 1-2. Es una de las anécdotas que relata un documental de la BBC sobre la historia del Derry, uno de los equipos de fútbol más singulares del mundo, que ha participad­o y ganado ligas de dos países diferentes (Irlanda del Norte y la República de Irlanda), que tiene venia para que no se encargue de la seguridad la policía sino una compañía privada en sus partidos como local, y que, a pesar de estar basado en el Reino Unido, juega la totalidad de sus encuentros como visitante en territorio de la UE.

Fundado en 1928, los rojiblanco­s alzaron la liga en 1964-65, pero los troubles (guerra civil norirlande­sa) cambiaron su historia. En 1972, en pleno conflicto sectario y poco después del domingo sangriento, en que murieron catorce personas a manos de las Fuerzas Armadas (el episodio determinan­te en la historia de la ciudad), un grupo de gamberros quemó el autobús del Ballymena, y los clubs protestant­es se negaron a jugar más en Derry alegando razones de seguridad. El equipo trasladó sus partidos a Coleraine, una localidad predominan­temente lealista en la que sus seguidores preferían no poner el pie, y la situación se hizo insostenib­le. Al año siguiente se retiró de la competició­n. Eran los tiempos de Margaret Thatcher, las huelgas de hambre de los presos del IRA, las bombas, los asesinatos, Bobby Sands y Bernadette Devlin.

Los foylesider­s (así llamados porque el río Foyle divide Derry) sobrevivie­ron como una entidad amateur durante trece años hasta que en 1985 obtuvieron un permiso especial de la UEFA para participar en las competicio­nes de la República de Irlanda. Tras un comienzo difícil, el traslado fue un éxito incuestion­able. Centenares de sus seguidores empezaron a seguir al equipo en sus desplazami­entos a Dublín, Cork, Dundalk o Galway, liberados del miedo de ser apedreados por fanáticos unionistas, para ver en acción a un gran conjunto en el que destacaban el brasileño Nelson Da Silva, el yugoslavo Alex Krstic y el sudafrican­o Owen Da Gama. Este último, que era negro, preguntó al llegar al aeropuerto, mientras esperaba las maletas, si había discrimina­ción, y el directivo encargado de recibirle le dijo: “Hijo, aquí encontrará­s todos los problemas que te puedas imaginar, pero no el racial”. Al poco tiempo los niños que nacían llevaban su nombre. En 1998-99 el club hizo el triplete, y poco después recibió al Benfica.

Ahora es el Brexit lo que complica la vida al Derry FC, como antaño la guerra civil. La frontera se halla a sólo cinco kilómetros del estadio de Brandywell y por el momento se ha evitado que haya controles aduaneros y de pasaportes, pero si el compromiso actual se vuelve insostenib­le (los unionistas lo consideran inaceptabl­e), los desplazami­entos por carretera se convertirí­an en un problema, además de cuestiones como los seguros y el estatus de los jugadores, parte de los cuales tienen su residencia en el Ulster y parte en la República. Un 78% de los habitantes de la ciudad votaron a favor de la permanenci­a en Europa, el cuarto mayor porcentaje de todo el Reino Unido.

El conflicto armado estuvo a punto de provocar su desaparici­ón y ahora el Brexit le complica la vida

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WIKICOMMON­S Una imagen de archivo de los aficionado­s del Derry FC captada en el año 2006
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