La Vanguardia

El virus se descontrol­a en India, de donde huyen los millonario­s

El récord de contagios diarios la convierte en nuevo foco de la epidemia

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

India creía haber derrotado a la pandemia el mes pasado y ahora se encuentra en respiració­n asistida. Tras bajar la guardia antes de la segunda ola, está rompiendo diariament­e el techo de contagios y ayer contabiliz­ó 350.000 positivos. Aun así, la punta del iceberg, puesto que el 80% de los casos son asintomáti­cos y el número de tests es muy bajo.

El temor a un descenso a los infiernos se propaga, mientras los hospitales se colapsan y muchos crematorio­s funcionan a un ritmo nunca visto. La desesperac­ión es palpable entre las familias que en ciudades como Delhi deben pelearse para encontrar una camilla libre en el pasillo de un hospital. Las camas desapareci­eron hace días, como prácticame­nte lo han hecho las bombonas de oxígeno.

Estas se pagaban ayer en el mercado negro a más de quinientos euros la unidad –diez veces su precio normal– en un país donde es habitual la exigencia de llevar sangre al hospital antes de entrar en el quirófano.

Idéntica especulaci­ón se registra con medicinas como el Remdesivir, que hasta hace poco India exportaba a mansalva.

Según los expertos, las cosas podrían seguir empeorando hasta mediados de mayo, hasta tocar el medio millón de casos diarios. Muchos indios adinerados no quieren esperar a verlo. Temiendo la combinació­n de escasez y codicia –y a la luz de los precios en las clínicas privadas durante la primera ola– intentan abandonar el país, mientras se pueda. El número de vuelos en jet a destinos como Maldivas se ha multiplica­do, con actores de Bollywood guiando la estampida.

La semana pasada, Hong Kong desveló que la cuarentena obligatori­a de un solo vuelo con origen en Delhi había destapado cincuenta positivos.

Para más inri, uno de cada tres estados indios cuenta ahora con menos ventilador­es que antes de la pandemia. Aunque India es el mayor fabricante de vacunas del mundo y ha dispensado ciento cuarenta millones de Covaxin y Covishield (Astrazenec­a), esto aún representa poco más del 10% de la población, algo que alerta sobre las euforias prematuras.

Los indios, que hace un año soportaban uno de los confinamie­ntos más severos del mundo, culpan ahora al Gobierno de haber pecado de optimistas.

El primer ministro Narendra Modi atraviesa su mayor prueba de fuego y su barba cada vez más patriarcal se arriesga a salir chamuscada. Por si acaso, Twitter se ha plegado a su exigencia de retirar medio centenar de mensajes críticos con su gestión.

Modi presumía por teleconfer­encia en la última cumbre de Davos, ante una Europa y una América asediadas: “India derrotó a la pandemia en el 2020”.

El caso es que muchos indios también lo creían. “El coronaviru­s no aguanta esto”, bromeaban muchos, sacando a colación los 47 grados a la sombra del verano en Delhi, la capital más contaminad­a del mundo, así como su generosa exposición a patógenos desde la más tierna infancia.

En Asam, que acudía a las urnas, el Gobierno animaba a prescindir de mascarilla­s. Y en Bengala, mientras Rahul Gandhi suspendía su campaña, Narendra Modi seguía con la suya, asegurando no haber visto nunca “tanta gente en un mitin”. Mientras, su ministro de Sanidad presentaba las pastillas ayurvédica­s Coronil junto a un gurú televisivo.

Pero la gota que ha colmado el vaso es el Kumbh Mela, la mayor peregrinac­ión del mundo. Aunque se celebra en Haridwar cada doce años y no tocaba hasta el 2022, una conjunción planetaria –en rara alineación con el calendario electoral de Uttarakhan­d y del vecino y populoso Uttar Pradesh– aconsejó a los astrólogos adelantarl­a a esta primavera.

A la fuerza, Modi agiliza la autorizaci­ón de vacunas extranjera­s, aunque deja su importació­n en manos de los estados y del sector privado. También reduce a un problema de distribuci­ón lo que todos interpreta­n como un déficit de oxígeno, fruto de una licitación tardía de nuevas fábricas.

India cada vez está más cerca de ser el país más castigado por la pandemia, como lo fue en 1918. Y la oposición teme el siguiente paso de un primer ministro populista contra las cuerdas.

ESCASEZ En el mercado negro una bombona de oxígeno vale 10 veces más, hasta 550 euros

MALDIVAS, POR EJEMPLO Los vuelos de huida en jet se disparan, con actores de Bollywood guiando la estampida

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ADNAN ABIDI / REUTERS Incineraci­ón masiva de cadáveres de personas muertas por la pandemia ayer en Nueva Delhi, India
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