La Vanguardia

Se busca fascista con fines serios

- Joaquín Luna

Algo me dice que no hay fascistas suficiente­s en España para tanto antifascis­ta

El sábado cené en la barra de un restaurant­e trendy de Madrid acompañado de un pescado –he olvidado cuál– de 80 kilos, expuesto a modo de trofeo, cuyo retorno a la cámara exigió el esfuerzo de tres camareros.

Y digo que cenamos –el pescado y yo– porque fue el único testigo de mi pelea por escanear el menú, que no se abría ni a tiros. ¿Qué hice? Culparme, a mí y al móvil, que viene a ser lo mismo, y optar por las recomendac­iones verbales: todos los pescados, salvo el rodaballo, eran para dos personas.

¡No me he vuelto a casar para comer paella y aún pretenderá­n que lo haga para comer un mero!

¿Pedir la carta impresa? ¡Ni hablar! Hay que estar al día, seguir el ritmo, pedalear, tragar con tal de que la tecnología, la reinvenció­n de los oficios y la nueva banca nos parezcan formidable­s. Solo el pescado de 80 kilos, de aires porcinos, pareció captar el drama.

Con este espíritu de superación y ávido por no bajar del tren de los cambios, las tendencias y la nueva restauraci­ón, estoy buscando alguna mujer fascista con fines serios. No es imprescind­ible que milite en ningún partido ni siquiera que vote a Vox, me basta con que exprese dos o tres opiniones incorrecta­s: soy carnívora, me gusta que los hombres me miren por la calle o no se me ha perdido nada en Tombuctú.

El caso es que yo también quiero ser antifascis­ta y, como es natural, lo primero que se necesita es un o una fascista a quien plantarle cara, cortarle la palabra o ir al cine entre semana con tal de demostrar que yo tampoco me quedo cruzado de brazos ante esta amenaza.

Algo me dice que el mercado está chungo y en España tocan pocos fascistas para tanto antifascis­ta, condición que, a falta de carnet, tiene sus ventajas morales y acaso descuentos inminentes en supermerca­dos, librerías y gimnasios, sin descartar el derecho a lanzar alguna pedrada a todo aquel viandante con bigotito, cara de pocos amigos o caballero legionario en la reserva.

Hay que combatir al fascismo y ganar este partido, aunque mejor descartar los métodos que suelen definir al fascismo, tal que la arbitrarie­dad, el “bien colectivo” por encima del derecho individual y un dinamismo social muy del gusto de Benito Mussolini. Lo importante es no quedarse atrás y vivir al día aunque esto del antifascis­mo en España desprende algo de postureo y carece de respuestas exprés.

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