Lo que premia la sociedad
La pérdida de opciones moderadas en la política española se debe al hecho revelador de que, cuando los partidos que representan a los ciudadanos no respetan las reglas de juego democrático, la sociedad se refugia en los extremos. Ante la situación política, el ciudadano que antes votaba opciones moderadas se ve obligado ahora a identificarse con salidas extremistas. La sociedad que antes premiaba la moderación política ahora premia un mayor radicalismo. El respeto a las reglas del juego predispone a los partidos a moderar sus posturas políticas y primar los pactos. Durante siglos, ese respeto ha sido la base de los fundamentos sobre los que se ha edificado el prestigio político. La pérdida de prestigio en que ha caído la política ya no es solo un asunto de estrategia de partidos, sino de toda la sociedad, que no es capaz de advertir que, mientras gobiernen las actitudes extremistas, por muchos votos que tengan, no se podrá recuperar la moderación.
Los valores con que se combatió al fascismo y al comunismo dogmático, explica el filósofo Norberto Bobbio, fueron la ética social y política, la tolerancia, la templanza, la libertad, el pluralismo, la no violencia, la paz y lograr por la vía de la educación derribar los prejuicios sociales. Estos valores siguen presentes en la sociedad, pero resultan embarazosos a una buena parte de partidos para lograr sus objetivos. El político mediador convertido en instigador, el político de ideas convertido en falsario y las promesas políticas convertidas en eslogan amenazan la base de la democracia. Los valores que lograron ganar la batalla final al fascismo y al comunismo ahora ya no sirven para combatir los populismos de izquierdas o derechas. La sociedad española que premió la moderación no ha cambiado tanto como algunos se empeñan en hacernos creer, tachándola de ser patrimonio de una visión conservadora del mundo. Los ciudadanos saben que la crispación, de la misma manera que no es buena en el seno de su familia, no puede ser aceptable utilizada como estrategia por aquellos políticos que los representan. Lo que premia la sociedad es la moderación aunque momentáneamente parece haberlo olvidado. ●
No es aceptable que los políticos usen la crispación como estrategia